sábado, 26 de enero de 2013

En otros tiempos daba gusto recorrer la ciudad en los días de celebración de las más importantes fechas patrias, como la del 27 de Febrero, el 16 de Agosto, el Día de Duarte y demás.
Las ventanas y los balcones de las casas eran engalanados con banderas dominicanas, que le daban sentido a la celebración, porque además de exaltar el fervor patriótico, la exposición de la misma se constituía en un fervoroso llamado que impedía la indiferencia y el olvido.
El ver tantas banderas colgadas en el frontal de los hogares obligaba a tener presente la fecha y el acontecimiento que se estaba celebrando.
La costumbre de exhibir la bandera se ha ido perdiendo, así como se pierde el fervor y los sentimientos patrióticos.
Anteriormente las familias compraban una bandera que reservaban para las fechas señalada, y el que no  tenía una de tela, colocaba una pequeña de papel, que exhibía con el mismo orgullo.
La tradición de la bandera patria se pierde, mientras  se prefiere exhibir una de Las Aguilas, El Escogido, El Licey, o la morada del PLD y la blanca del PRD cuando se está en campaña.
No faltan los que exhiben la del denominado Orgullo Gay.
Todo el mundo levanta su bandera, mientras la más grande, la más importante, la más hermosa, va quedando relegada a un plano secundario y terciario.
El Día de Duarte, para muchos, es uno más del montón, que pasa sin pena ni gloria. Porque importante si es para ellos el de Halloween, el Thankgivings, y hasta el Viernes Negro, de reciente incorporación.
Celebraciones que nada tienen que ver con nuestra identidad y cultura, que por un tema de "snobismo" han sido adoptados, y que se les inculcan a nuestros niños en ciertos colegios "bilingues" que educan a nuestros muchachos como si fueran norteamericanos y no dominicanos.

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NIURKA BAEZ,
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