Joseph Cáceres

Solamente en Cuba encuentra uno estos automóviles en la cantidad que se pueden ver transitando por las calles de La Habana, junto a los de marcas de menos años. 
Aquí pueden ver en  un parqueo a estos tres ejemplares. 
En  Puerto Rico y en muchas otras partes, los tienen como carros clásicos de coleccionistas, sólo para exhibición. 
Pero en Cuba los usan para el trajín diario de sus dueños, gracias a la inventiva, al talento y la capacidad de los cubanos, de los cuales se puede decir que es gente única, distinta y diferente a cualquier otro latino.
El sólo hecho de que contra viento y marea se hayan echado sobre sus hombros el mantener un sistema y una estructura social aislada del resto del mundo, habla por si solo del cubano gallardo e indomable, independientemente de que pueda uno estar o no de acuerdo con los ideales en que se sustentan. 
Esos carros andan corriendo por ahí, como si el tiempo no hubiera transcurrido, y estuviéramos todavía en los años 50. Eso, fuera de Cuba, usted solo lo ve en películas que retraten esa época. 
Bueno es verlos allá, en lo real, no en la realidad virtual, ni en el cine. 
Es el ingenio de los mecánicos cubanos, que para mantener esos carros en movimiento, han tenido que inventar, crear, y fabricar las piezas, mientras nosotros, los del sistema llamado "capitalista", (nosotros de capitalismo lo que tenemos es el nombre, para darnos bombo), desde que a un carro comprado nuevo, el año pasado, se le daña una pieza, hay que ponerla nueva, usada o de reemplazo, porque los mecánicos de ahora no arreglan nada.
El colmo es que a veces descartan las piezas hasta porque se les queme un fusible. (Naturalmente, ello forma parte del "negocio", que ni usted ni yo vemos.)
Le meten el carro en una máquina con una computadora y le dicen tal pieza hay que cambiarla, ¡y ya!. Si quiere lo coge y si no lo deja...
Usted los ve en el taller con una bata blanca de mecánico como si fueran médicos, sin una mancha de grasa, porque ahora lo que hacen es cambiar piezas, beber cerveza, y "lujuriar" con los calendarios y los posters de artistas y megadivas desnudas que nunca faltan en las paredes de los talleres de mecánica.