Joseph Cáceres

En estos días los encargados de tramitar invitaciones  para una actividad se vieron en tremendo apuro.
Al momento de llenar la invitación que le iban a enviar a El Chuape, por su "sobresaliente y meritísima labor en el arte" no encontraban qué hacer, pues desconocían su nombre y apellido completo.
Les daba, como se dice,  "apuro" mandar la invitación usando solo como destinatario el apodo de El Chuape. Qué hacer?. Llamaron por teléfono a su promotora Sandra Tapia para preguntarle,  pero no la encontraron, y nadie sabía como se llamaba...
Recordaron que El Chuape había "chuapeado" a la comunicadora Tamara Martínez, e intentaron llamarla para preguntarle, pero nadie tenía el teléfono.
Al final optaron por mandar la comunicación solo con el alias de "El Chuape".
Dizque Señor Chuape, dos puntos...
Lo más penoso del asunto es que se consolaron diciendo que de todas maneras ese era "su nombre artístico"... vaya usted a ver.
Qué de artístico puede haber en un mote dizque "El Chuape".?
Vean por qué camino se está transitando, glorificando el mal gusto.
Lo bonito del cuento es que hay gente que defiende eso a "capa y espada"  dizque porque es lo que está "pegado" y  argumentando que hay que marchar con los tiempos...
Nadie discute que ese tipo de manifestaciones tenga su público, que le guste al populacho, pero de ahí a considerarlo y exaltarlo como arte es irse demasiado lejos en la distorsión de valores, ¡por Dios!.
Se nota que no hay distinción entre el verdadero arte y los productos chatarros desechables de consumo masivo.
Solo faltaría una coreografía en el teatro con "échame eso pa' lante, pa' lante, pa' lante". Porque para alcahuetes búsquennos.
Noooo asi, no es....