Joseph Cáceres

Hay gente que desdeña los refranes acogiendose a un prurito intelectual vacío, que les hace alejarse en su lenguaje  de toda frase paremiológica, de lo coloquial de todo enunciado cuya intención sea transmitir algún conocimiento tradicional  basado en la vivencia y experiencia acumulada a través de cientos de años de historia.

No es más que una actitud de fantoches que buscan diferenciarse de los demás con frases y expresiones rebuscadas, que desprecian lo vernáculo, creyendo con ello que se ubican en una posición mejor en el parnaso.

Y nada más alejado de la verdad, ya que los adagios resumen y compendian la sabiduría popular, con su retórica tan particular y la riqueza que condensan en su contexto.

Han estigmatizado los refranes  y sin embargo privilegian los proverbios sin parar mientes en que unos y otros son enunciados hermanos, en muchos casos sentenciosos, que se cruzan en su accionar coloquial, como gente cercana de una familia de paremias,  de la que igualmente forman parte los aforismos, los apotegmas y las máximas.

Y claro está, la preferencia y el predominio de los proverbios, vienen articulados y sustentados en la culturea de los chinos como también de los árabes, y  que no son más que un legado cultural de reinados y dinastía que facilitaron su perpetuación oral.

Es por ello que se privilegia un proverbio chino, o árabe, sobre un español, como los provenientes de la fraseología de Don Quijote, por ejemplo, y  todos aquellos que se anidan en nuestras tradiciones y cultura. Lo chino es exótico, lejano, y en la mayoría de los casos más fruibles, por la concepción paradigmática en que se sustenta la cultura nuestra.

La asunción "antirefranera" de algunos es puro fetiche, que en el fondo trata de ocultar la verdadera cara de seudo intelectuales con una cultura de revistas, que no resisten el más mínimo análisis, carenciados como están de una verídica y sólida formación.

¡Y es que hasta eso se está festinando!. 

Así como cualquiera es actriz, locutor, pastor evangélico, músico, bailarín o arreglista, del mismo modo tenemos escritores, literatos e intelectuales cuyos nombres solo figuran en el famoso Libro de la Pacotilla.

Independientemente de su formación, gusto y preferencia, Zorro cree que el refranero es un vehículo que permite "ligar"  con el pueblo, como parte de la interacción de un discurso coloquial que es necesario implementar en cualquier tarea comunicacional política, social y cultural.

No en vano Juan Bosch, de una sólida formación intelectual, ha sido el político de toda nuestra historia contemporánea, que con mayor acierto pudo establecer una vigorosa corriente comunicacional con la gente del pueblo, al que tanto se apela con frases vacías y actitudes huecas, sólo cuando los candidatos están en campaña.

En una palabra, el caso es que como tal vamos a aprovechar, el refrán como parte de nuestro compromiso diario de vincular nuestra página al sentir de las mayorías, como parte de los convencionalismos, los personajes, y la apelación al álter ego que nos han permitido decir cosas y mover "fichas" en el tablero, tratando siempre de hacer ligero (y hasta divertido) "el tablazo", cuando hay necesidad de darlo.