Joseph Cáceres

Por Luis Manuel Castillo

Aquella que ganó para perder. Cuando la fama es un pequeño éxito que termina en un tremendo fracaso. Muchas veces la fama paga con soledad, sobre todo cuando la catástrofe se avecina. Marthita ganó la fama y terminó por perder su gran tesoro, a ella misma. Las estadísticas de las famosas perdidas en la fama son muy altas. 
Me encantan las canciones del cantautor guatemalteco, Ricardo Arjona, sin embargo no me considero un fans, ni puedo decir que lo admiro. Ahora, sus letras me convidan a la reflexión y me ponen a pensar. En mi adolescencia seguía cada letra de las canciones de Ricardo Montaner, cuando estaba en su tiempo de oro. Luis Fonsi, cantautor puertorriqueño, tiene gran profundidad en sus letras románticas y de motivación. 

Si admiro a alguna persona es porque tengo un contacto muy directo o cercano, excepto una. La única persona que me hacia rayar en las fronteras del delirio fue el doctor Joaquín Antonio Balaguer Ricardo. Sus discursos y sus letras me generaban algo extraño y placentero. Esa admiración por el viejo caudillo la tomé en herencia modelada de mi abuelo (padre de mi madre) Vicente De Los Santos, de quien soy fanático 18 años después de su desaparición. 

El 2009 tuvo como acontecimiento de gran impacto el triunfo de la dominicana, santiaguera, Martha Heredia el concurso internacional de talentos Latin American Idol. Todo un escándalo y la sociedad dominicana se entregó, en su totalidad, al apoyo de esta joven estrella. 

Este evento demostró la capacidad que tiene el marketing de colocar una idea en las mentes de las personas y mover su conducta en una dirección determinada, en un tiempo determinado y en una intensidad determinada. 

Cada país, de los participantes, fue atacado por su sentimiento patriótico y estimulado a seguir eufóricamente el concurso. El evento trascendió hasta las fronteras políticas y estatales. Un vocero de un candidato presidencial, en un acto de populismo propio de los políticos, distribuyó una gran cantidad de tarjetas para votar por ese diamante en bruto. Todo el pueblo, un gesto de patriotismo estimulado, se volcó en apoyo a su bandera, representa en “La Baby”. 

El presidente Fernández la recibió como Heroína Nacional. 
En toda esta moda estaba mi madre, mi esposa, mis hermanas. Disfrutaban estar en la trampa del marketing. Yo opté por asumir el rol del profesional que le interesa el aspecto psicosociológico del fenómeno. 

Le decía a mi fan, mi madre, que esa muchacha tenía una personalidad, un temperamento, un carácter que no encaja en el esquema de una triunfadora. ¿Qué elementos me preocupaban? Veía en ese gran talento soberbia, intolerancia a las críticas, contestaria, carente de humildad, recurrencia en los errores que le corregían, desdén hacia las opiniones, por sonrisa ofrecía una mueca. Todos estos rasgos y síntomas son muy peligrosos con la fama. 

¿Cómo encontré esas características y/o síntomas? Sus gestos al cantar se manifiestan, así como las reacciones inmediatas ante las críticas para mejorar, que el jurado le ofrecía. Por ejemplo: en las canciones románticas, de amor y suaves ella imprimía más energía de la requerida. El dramatismo le robaba el show a su tremenda voz. Otro ejemplo: los constantes conflictos o conatos que mantuvo con el mejor de los jurados, el señor Mediavilla.
Martha -La Baby- estaba en su “momentum”, ganó el concurso y ganó las fatales condiciones para que su temperamento, su personalidad, su carácter erosionara. Parece que aquella joven, en aquel momento, estaba iniciando la ruta a una catástrofe que impacta a muchos dominicanos que colocaron su en ella. La fama tiene un efecto tan impactante que genera una fuerte adicción y por consiguiente reproduce conductas que atentan contra quien la posee y aquellos que se mueven en su entorno. 
A todos nos condicionan con una insaciable sed de fama, confundiéndolo con el éxito. 

Lo que pasa es que solo nos hablan o muestran la parte positiva, lo dulce, lo claro, lo amigable. Esos programas, que hizo famosa a nuestra paisana, tienen esa gran característica, de vender un sueño que siempre termina mal. Muchachas que a su corta edad alcanzan una fama para la cual no están preparadas, pues sus procesos mentales no maduran lo requerido, ya que son fabricados a vapor. 

La tecnología permite eso. Lo que le costaba años a una artista de décadas atrás, hoy lo logran estas jóvenes en semanas. El impacto negativo de la fama, sobre todo tan rápido, no solo se lleva al famoso, sino que se van la familia y amigos.
Luego de que obtienen la fama anhelada cometen una cadena de errores que siempre terminan con un desenlace fatal. En el caso de nuestro diamante en bruto (Martha no ha pasado de ahí) podemos ver en la prensa todos sus escándalos:
Incapacidad para dejarse llevar de su manager
La elección de su pareja sentimental y dejar en un segundo plano su carrera. 

No hacemos un juicio de valor del señor Vakeró, pero parece que no fue una buena elección. 
Matar, en un accidente, un ser humano, por manejar bajo los efectos de alcohol.
La atrapan en el Aeropuerto Internacional de Santiago, presumiblemente en acciones de narcotráfico.
Muchos se sorprenden de lo que hoy leen en los diarios sobre Martha Heredia –Baby-. Muchas especulaciones. Lo concreto es que una catástrofe no se debe a una sola variable o al evento detonador, sino que hay buscar más profundo: su historia, formación, valores, creencias, talento, momento, asesores, amigos, estado, oportunidad. 
En aquel momento no disfruté del triunfo de la joven talento en ascenso y hoy no me alegra tener razón de la caída de esa estrella fugaz.
Jóvenes esfuércense, no se detengan, no se entreguen, no desmayen, no escuchen al pesimista, no tomen el camino fácil que te alejara de tu meta, no intentes ganar el mundo si el te pierdes.
Lee, lee, lee, lee, lee, lee, lee, trabaja, trabaja, trabaja, trabaja, practica, practica, practica, que la suerte te escuchara. Te lo aseguro, si no es así búscame que devolveré tu esfuerzo.