Joseph Cáceres

Se pensaba que luego de la experiencia que ha vivido Acroarte,  con la más grave crisis de toda su historia, resultado de una cadena de acontecimientos que dieron al traste con la credibilidad de su premio, y que obligó a un cambio de nombre, las fuerzas que medran a lo interno, y que han venido degradando  la institución,  por lo menos harían algún  un esfuerzo para recuperar la imagen perdida como consecuencia de tantos desatinos, desaguizados y yerros en que se ha incurrido en los últimos tiempos.
Tan buena oportunidad que se ha tenido para relanzar un premio que cambió de nombre, que demandaba a su vez un cambio de actitud, y sin embargo no sale una del asombro al advertir  la tanta ligereza con que se asume el procedimiento y la festinación imperante en las nominaciones del ahora llamado Soberano.
Apena ver que los vicios que tanto daño han hecho a la premiación no han sido erradicados y que por el contrario el engreimiento y la soberbia  del capitán ha colocado la nave a la deriva, llevándola a navegar por aguas turbulentas y turbias, que se teme pueden hacer zozobrar la embarcación.
Hay que alistar las tareas de rescate en estos momentos en que se teme lo peor, por lo que no estaría mal que vayamos esbozando los necesarios planes de contingencia ante el inminente naufragio.(NB)