Joseph Cáceres

                                                                                 

Por J. Eduardo Martínez.

Definitivamente los tiempos han cambiado.  Antes se escribía un artículo, de la materia que fuere, y para escuchar un comentario de algún lector, había que tener la suerte de encontrarse en la calle con un admirador, o un “no admirador”, para poder tener la reacción de quienes nos leen.

Ahora no.  Ahora, “al tiro” te envían una serie de “bombazos” o de comentarios de adhesión, acerca del tema en cuestión, gracias a la maravilla de la actualidad que es la famosa “red”, la cual permite que los lectores opinen de lo que acaban de leer.

Lógicamente, como cada cabeza es un mundo, la dirección de ésta página se reserva el derecho de publicar los comentarios, para evitar comentarios “explosivos” que puedan “pasarse de la raya”.  Todas las páginas web y medios de comunicación digitales hacen lo mismo.  No queda más remedio, o tendría el que escribe artículos en estos medios, que salir a matar a un montón de necios por toda la geografía nacional, lo cual sería muy caro en costo de combustible (es una broma, no vayan ahora a “acabarme” por la red).

El asunto es que el que escribe para una página tan pegada y de tanta trascendencia como ésta de Joseph Cáceres (me van a decir “lambón”), corre el riesgo de recibir un montón de críticas, aunque también, por el lado bueno, un montón de adherencias.  Por lo tanto, no me queda más remedio que “hacerme el loco” con los malos (aunque los disfruto) y gozar los buenos. Ustedes se imaginarán lo que pienso de éso.

El pasado viernes comencé a leer esta página, como es mi costumbre diaria, y al toparme con mi artículo, me metí a leer los comentarios de los amigos lectores y las satisfacciones por un lado y la risa por el otro, fueron de “espanto y brinco”.

Me pasé un buen rato gozando con algunos comentarios vertidos ese mismo día, a la vez que agradecía los “buenos”, como los llamé más arriba.

Ahora, el que se ganó “El Gran Soberano” fue uno que comenzaba diciendo: Y quién es J. Eduardo?... Terminé en el piso, muerto de la risa.  Lástima que la mayoría de los comentarios son anónimos.  Ustedes se imaginarán lo que pienso de eso.

En definitiva, hay que adaptarse a la dinámica de los tiempos modernos.  Si haces un artículo, siempre habrá quienes estén de acuerdo o no. Y lo sabrás de inmediato, gracias a la famosa “red”, que en vez de atrapar peces, atrapa a periodistas.  ¡Que siga el entierro!