Joseph Cáceres

           

                                 Por: J. Eduardo Martínez

Me alegra sobremanera el resurgir del cine dominicano, que, en cuanto a cantidad de personas en cada función, compite con cualquier producción extranjera.

Debemos darle a Angel Muñiz el reconocimiento de que con su producción Nueva Yol, con el fallecido y siempre bien recordado Luisito Martí, resultó ser el punto de partida del “furor” que se apoderó de los productores locales de cine, logrando, algo muy importante, que los inversionistas apoyaran las películas locales.

Poco a poco, se han ido sumando producciones serias de contenido más profundo, aunque todavía tenemos las tan necesarias comedias que llaman la atención general del público, a pesar de que algunas de ellas sólo son libretos de televisión llevados al cine, que por el comportamiento coloquial de nuestro público, han sido éxitos.

Hay que incentivar la entrada de nuevos libretistas a las películas por venir, para que nuestras producciones tengan la calidad necesaria y sean verdaderos trabajos de cine, llenando todos lo requisitos del celuloide.

Para atraer a las multitudes, la gran mayoría de nuestras películas, están protagonizadas por figuras de la televisión, que no necesariamente han pasado por una escuela de actuación y esto se nota en su participación.  Actúan en el cine como si estuvieran en televisión, pero a pesar de ello, están teniendo éxito.

Hay un dato que me da curiosidad acerca de la participación de los “actores” en nuestras películas.  Se les está pagando adecuadamente?

Un “pajarito” me dijo que en la película Lotomán 2.0 a Raymond y Miguel, le pagaron por debajo del millón a cada uno.  Si es así, esos muchachos no se están cotizando adecuadamente.  El papel de ellos, según mi criterio, no debe ser hecho por menos de 2 millones por cabeza… Así de simple.

Con virtudes y defectos, la mayoría de nuestras películas están logrando buenas recaudaciones monetarias y ese dinero no está llegando en las cantidades adecuadas, a los protagonistas de las mismas.  Se está quedando en los mismos bolsillos: Productores, inversionistas y dueños de salas de exhibición.

El cine dominicano se ha convertido en un magnífico negocio, creciente cada vez más.  Si los que actúan en nuestras películas no se cotizan como debe ser, las cosas se mantendrán como están.  Quién se atreve a ser el “Curt Flood” del cine dominicano?  A ver quién se anima.

Mientras tanto esperemos que amparados en la nueva ley de cine del país, se comience la filmación de películas extranjeras y que las criollas mejoren todos los aspectos técnicos, para que tengamos una buena opción de diversión en las salas de exhibición.  Voy a ver si me animo a ver una película dominicana.