ARTICULO DE LA SEMANA

Por Diego A. Sosa

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Diego A. Sosa

Vamos en un pesado tránsito y alguien nos adelanta por el carril contrario casi rayándonos el auto. Aprovecha nuestra reacción y se coloca delante de nosotros. ¿Nos enojamos? Muy probablemente tengamos una reacción por su acción. Lo que hagamos en este momento dependerá de nuestra inteligencia emocional.

Vayamos un poco atrás... Dejamos el despertador sonar tres veces para aprovechar algunos minutos de sueño. Salimos tarde de la casa después de haber tenido una diferencia de opiniones con algún familiar cercano. En la radio un programa nos apuñala con las malas noticias del día. Algunos motociclistas no respetan las leyes de tránsito y nos ponen los nervios de puntas. Ahora llega el momento del párrafo anterior, el auto que se nos coloca delante... ¿Nos enojaremos? Será muy difícil evitarlo. Posiblemente nuestro día se dañe por completo.

Volvamos al inicio y mostremos una situación diferente... Nos despertamos antes que suene el despertador, después de haber dormido lo suficiente ya que nos habíamos acostado temprano. Levantamos a los chicos con besos y desayunamos todos juntos en calma. Abrazos a todos, el sol nos da la bienvenida y música de nuestro gusto en el auto nos hace cantar. Al llegar nuestro intrépido conductor: ¿Nos enojaremos? Quizá un poquito, pero rápidamente retomaremos el control de nuestro humor y nuestro día seguirá siendo maravilloso.

La situación que nos hace enojar es, por lo general, una gota que rebosa el vaso. Si andamos a la defensiva quizá no dure nada el mal momento. Cuando andamos a la expectativa de que algo malo nos harán, lo más seguro que llegue el momento y lo magnifiquemos. ¿Las consecuencias? Nos encolerizamos y posiblemente terminemos explotando con alguien que no tiene idea de todo lo que le venimos sumando a nuestro malestar.

El mundo de las emociones es muy complejo, pero maravilloso. Nos puede llevar de alegrías enormes a depresiones profundas. Debemos entender lo que nos quiere decir nuestro cerebro cuando nos indica que debemos estar tristes. Estar enamorados es maravilloso, pero nos ciega para poder ver las realidades que existen detrás de una relación.

Hasta no hace mucho tiempo el apareamiento tenía más que ver con mantener la raza que con encontrar pareja para pasar el resto de la vida. Nuestra forma de vivir a evolucionado velozmente y no le hemos dado tiempo a que nuestra inteligencia emocional lo haga.

Joseph, como explico en mi libro Migomismo: Su Inteligencia Emocional Interna, el amor hace que corran hormonas por nuestro cuerpo que se encargan hacernos pasar por alto muchas señales del tránsito amoroso. El cerebro emocional se encarga de las decisiones y en medio del dopaje natural (porque las dopaminas están en su más alto nivel) nuestras decisiones no tienen mucho que ver con el futuro, sino con el presente inmediato.

Cada emoción que recibimos es una consecuencia y sólo nos quiere decir algo. El tálamo envía un reporte codificado y debemos aprender a descifrarlo para conseguir entender lo que nos quiere decir. Una vez comprendamos la emoción podremos buscar lo que la está causando. Buscamos tomar el control de lo que nos está haciendo sentir la emoción.

El mundo de las emociones merece ser entendido si queremos no andar tan lejos en el desarrollo emocional de la evolución de la civilización. Una adaptación de nuestras emociones al mundo de hoy es urgente para no quedarnos en el camino y vivir una vida llena de emociones positivas.

FRASE DE LA SEMANA

“Hay personas y situaciones que me hacen enojar, pero sólo yo debo decidir cuánto tiempo me quedo encolerizado.”

Diego A. Sosa

Coach, Conferencista, Consulto y Escritor