Joseph Cáceres

Se ha establecido que en cada show, concierto o espectáculo de un artista extranjero se presente una contraparte dominicana.

Se trata de una ley proteccionista, bien intencionada, que no solo se aplica aquí, sino en otros países del continente, para proteger a los artistas nativos.

Aquí se ha festinado, y practicamente no sirve de nada, porque  por lo general la contraparte se coloca como simple relleno, a veces sin las condiciones mínimas adecuadas, en lo respecta a sonido, luces, ambiente.

El escenario está preparado de antemano para la figura internacional, con su "soundcheck" o prueba de sonido ya hecho, con todo y su balance. Ay de aquel que le ponga la mano a todo lo que ya está dispuesto para el astro que viene de fuera.

Eso lleva a la contraparte criolla a trabajar  en desventaja, como su tuviera al "umpiere" en contra en un juego de baseball.

Si sale airoso de la prueba es un dichoso...

Lo peor de todo es lidiar con el público, que no pagó para ver la contraparte, sino a la "estrella internacional" anunciada y mientras más joven es la concurrencia, más situaciones incómodas se presentan.

En el mejor de los casos, la contraparte o telonero, como también se le llama, es recibido con un "hielo",  por un público muy frío. Pero a veces por gente muy necia y mal educada, que hasta abuchean al criollo para que termine rápido y se vaya.

Sin embargo, hemos visto ocasiones en que la gente asume una actitud condescendiente con el telonero, y le manifiestan un efusivo calor y entusiasmo, resultado de un nacionalismo que a veces aflora en defensa de lo nuestro. Pero esos son casos muy excepcionales, porque por lo general, el público no aprecia a la contraparte criolla, porque ya están cansados de verlos actuando en televisión y en tarimas gratuitas, de esas que se montan por cualquier quítame esta paja.