Joseph Cáceres

 

Por Johnny Arrendel

 

Serían muy testarudas las autoridades gubernamentales si al menos no reconsideran la medida de prohibir otra vez las fiestas de Navidad, al prologar la austeridad que proclamó desde su inicio en agosto de 2012.

El año pasado la gestión de Danilo Medina aplicó igual directriz de eliminar las fiestas dedicadas a los empleados de las entidades oficiales, las canastas y otros obsequios a propósito de Navidad.

Ante la queja generalizada, el gobernante instruyó que el Plan Social de la Presidencia y la Dirección de Comedores Económicos del Estado patrocinaran fiestas populares en los barrios de la Capital y de provincias, entre 10 y el 20 de diciembre de 2012.

Considero que si las agrupaciones artísticas se unen y logran reunirse con el presidente Medina, podrían obtener que se revierta el Decreto 262-13, que entre otras cosas prohíbe las fiestas navideñas.

Hay un punto importante, y es que ya esas actividades están montadas por los equipos de protocolo y recursos humanos de las instituciones, por lo que cancelarlas conllevaría perdidas económicas.

Solo hay que pensar que para asegurar fechas con las bandas merengueras y bachateras hay que erogar avances de hasta el 50 por ciento del total de los contratos, que por lo regular no es reembolsable si la cancelación corre solo por voluntad del contratante.

Lo mismo pasa con la mayoría de salones de hoteles y de otros centros de organización de eventos, sobre todo los que están en lugares céntricos, y por tanto más asequibles. Únicamente pueden asegurarse mediante el pago mínimo de 20 por ciento, tampoco rembolsable.

Mucha gente no comprende la razón de que, para inducir el ahorro, desde la Presidencia se opte por cancelar de un todo las festividades, en lugar de establecer que se realicen con topes de gastos y con la sobriedad que impone los tiempos.

Al fin que la prohibición total de las fiestas no solo afecta a los empleados supuestos a disfrutarlas, y a los artistas, sino a toda una cadena de suplidores y trabajadores, que van desde camareros, cocineros, sonidistas, band boys, personal de oficina, etcétera.

En el caso particular de los músicos, su situación es dramática, ya que de esta manera se neutraliza la temporada del año en la que cifran sus mayores expectativas económicas.

Para colmo, los músicos están tan de malas, que ahora se ha impuesto la modalidad de que los líderes de orquestas viajen solos a sus giras por Nueva York y otros destinos, donde se les arma un “ven tú”, u orquesta improvisada para acompañarles.

Ah!!, hasta Tommy Show, las Payasitas Arcoíris y demás empresas de animación cultural se verán achicadas, ya que la prevalencia del Decreto desmotiva la instalación y  encendido de árboles de Navidad en las entidades públicas, ceremonia que siempre se hace en ambiente familiar, enfocada a los hijos de empleados.