Joseph Cáceres

Por Carmen celeste Mateo

Joder…Pérgola de historia, para los infames que me odiais, pero aquí estoy.

Vengo cargada de chotis, bien social, por si la cresta, vale. Me escuchais?

No estoy de acuerdo con aquellos que consideran a los españoles imperialistas y ladrones, basándose en historietas interesadas de los que han defendido siempre en indigenismo de manera tan temeraria. Sería negar lo dicho por sabios, teólogos, juristas, humanistas y frailes, y lo hecho por Francisco Vitoria y su Escuela de Salamanca, joder. ¡Mentiras históricas!. Por eso, ¡Viva España!.

Los conquistadores españoles llegaron a la Hispaniola sin saber ni jota por donde andaban,  para encontrarse con que la isla estaba poblada de aborígenes pacíficos, incautos, tontos, y  muy pirriados........ y os lo digo, ¡ostia!, porque habeis creído todas las boberías que trajeron de Europa, al igual que sus mañas y sus trampas, que  a riesgo de que me   tildéis de irresoluta mentecata, os diré esto: Al dominicano al transcurrir del tiempo le ha gustado siempre estar a su aire,   hacerse el primo, a tontas y a locas,  entre pitos y flautas, sin ocultar nunca  que le gusta dejarse sorprender por bobalicadas y espejos mágicos. Vea usted si seais pendejos, cambiando pepitas de oro por espejos, algo que todavía lo seguimos haciendo.

Pero bueno, vale, al igual que los descubridores y conquistadores del siglo 15 , bien jodido está eso de llegar en estos tiempos, pasadas ya tantas centurias y penurias, y  de golpe y porrazo encontrareis con un puñeta al que  llaman "Palito de Coco" y  una guinda a la que llamáis Franchesca. ¡Más desabrida y me mato!.

Preferiría hacerme la sueca para no abusar de su ignorancia al deciros que me dio calabazas el haber regresado a Santo y encontrarme con semejante mezcla de maco y cacata. Hasta dónde va a llegar la zoquetá  y la ignorancia del dominicano?. Es que acaso no podeis dejar de ser tan furtivamente cangrejeros, aceptándo como válido tanto esperpento bizarro, desechable, concediendole una categoría que no tiene. ¡Tremenda putada, vale!. Si sé  esto me quedo en España.

Al igual que los colonizadores, llega uno a la isla que se quieren engullir los vecinos haitianos, para encontrarse  con el diablo repartiendo escapularios a troche y moche, y una sarta de apátridas que le soban la leva a fusionistas más torcidos que un bejuco, vale.

¡La coña!. ¡Habráse visto gente más bruta!, echando siempre sal a las heridas, postrados como estáis a los pies de un haitiano, que por demás es un gafe,  y de una pequeña perdiz loca, al conjuro de su desánimo, arrastrando  cinco centurias de irreverente insensatez, para rendirle culto al idiotismo.

Bastante que me cabrea el caso y vosotros no lo podeis negar.   Me importa un bledo lo que vos opinais, ¡gilipollas!

¡Aceptáis como artista a un guarro, que curra en la calle al pregón de su palito de coco!. ¡No seais pendejos!.

Y  cambiando el curso, la gamberra de Martha Heredia busca excusas para no estar en la trena. ¡Qué morro tenéis! pues le da con desmayarse y sentir vértigos. ¡Es la ostia!. Si, porque podeis ver como la yonkarra se desmaya queriendo sorprender la pasma. Y os lo digo no po coña, vale.

Y ella ni siquiera podéis pillarse un pedo y ahora quieren amarrarle el perro en el fandango.

Y ahora me piro, mientras muchos de ustedes se pudren.