Joseph Cáceres

Por Miguel Melenciano

Nueva York.-Como si se aplicara el principio filosófico de la eterna recurrencia, en donde todo retorna a su mismo punto de partida, el majestuoso y renovado Madison Square Garden, sirvió de escenario para patentizar oficialmente el regreso de la salsa, como ritmo representativo de los neoyorkinos.

El grito de guerra, pero también de exclamación y desesperación, expresado en el eslogan publicitario “La Salsa Vive”, atrajo a miles de asiduo seguidores de este género musical, que cantaron, corearon y bailaron entre sus asientos, los temas musicales de los viejos y nuevos intérpretes de este ritmo.

La responsabilidad de abrir el colorido espectáculo recayó en el salsero  dominicano de la nueva generación de cantantes de este género Alex Matos, apodado el “Salsero de ahora”.

Continúo en el desarrollo del show José Alberto “El Canario” el otrora líder de la Típica  73’, e intérprete de los éxitos "Sueño Contigo", "Hoy Quiero Confesar", "Bailemos Otra Vez", "Maniático", "Luna de Miel", y docenas de éxistos más. 

Richie Ray y Bobby Cruz  quienes recientemente recibieron un titulo "honoris causa" en Artes  de la Universidad del Turabo (UT) a ritmo de "Sonido Bestial", "Juan en la Ciudad", y otros temas, lograron que los presentes, dejaran momentáneamente de bailar, y se detuviera a escuchar atentamente su música.

La larga velada no paraba, y los presentes seguían disfrutando con la música de Tito Rojas, quien estuvo ausente del ambiente neoyorkino por un largo tiempo, pero que se mantiene activo en el gusto del público.

Para ponerle la tapa al pomo, y continuar con la descarga musical, entró al combate, la artillería pesada de los viejos robles del movimiento salsero, encabezada por el Gran Combo de Puerto Rico, seguido por Rubén Blades y finalizando con Oscar D’ León y Raulin Rosendo.

Raulin Rosendo y Oscar D’ León cantando a dúo, ofrecieron un cierre de película que provocó el aumento de la adrenalina de los presentes llevándolo al éxtasis total y levantando la ovación del público que no quería abandonar el lugar, a pesar de haber finalizado el concierto.