Joseph Cáceres

Sonar con escándalos o sonar como sea

Por Orlando Holguín

Antes un artista era un emblema, un símbolo, una figura hasta venerable que debía pisar muy fino, pues cualquier actitud, hecho o acto cuestionable que cometiera podría dar al traste con su carrera. El más sencillo de los casos: un divorcio. Hasta separarse de su pareja podía afectar la imagen de un artista, de acuerdo a las condiciones en que se materializara esa separación.
Por encima de todo, un artista debía cuidar su imagen al máximo, y por ello muchos huían de los paparazzis (igual que hoy), ya que estos podían llevar a la luz pública aspectos de su privacidad que riñeran con las buenas costumbres.

En cuanto a los vicios, todos sabemos que muchas grandes estrellas han sido consumidoras de sustancias prohibidas, otras han caído en el alcoholismo, pero esos comportamientos eran secretos a voces. 
Todavía en la década de los 80’s, muchos artistas con adicción trataban de mantener oculta su inclinación al consumo de algún tipo de drogas.

¿Se imaginan ustedes a un Raphael de España en un titular que dijera que no mantenía a sus hijos? ¿Qué habría pasado si se descubriera que un Danny Rivera golpeaba a su pareja? ¿Qué habría sido de Julio Iglesias si se destapaba que consumía algún tipo de estupefacientes?.

Viniendo más hacia acá en el tiempo: ¿Fuera Celin Dion una de las más respetadas y cotizadas artistas si saliera a los escenarios o apareciera en revistas enseñando sus partes pudendas? Aclaro que todos estos son ejemplos y escojo los nombres al azar debido a la fama y prestigio de esas estrellas. Claro, muchos dirán que los artistas del pasado también tendrán sus pecados (grandes o pequeños), puesto que nadie es perfecto, pero muy pocos eran capaces de llegar a la desfachatez e irrespeto a los que llegan muchas figuras en la actualidad, creando un aureola de escándalos a su alrededor con propósitos promocionales.
Ahí viene la frase que tanto daño hace en pro de aceptar todo lo desechable que  viene encima a las sociedades de todo el mundo: “Los tiempos han cambiado”. Sí, es verdad, los tiempos han cambiado. Los artistas de hoy día, más que expresar su arte, son máquinas de hacer dinero. ¡Al carajo el arte!, si es que lo poseen. 

La mercadotecnia no  cambia, cambian las épocas con sus generaciones. Vivimos un tiempo donde el escándalo es la carta de triunfo de muchas grandes estrellas. Desde besos lésbicos, (y algunos entre hombres) pasando por desnudos, consumo de drogas, sexo, infidelidades, traiciones, homosexualidad, declaraciones insolentes, actos bochornosos, fotos impublicables, videos eróticos, paternidad irresponsable, llegando hasta la violencia, forman parte de las estrategias de algunas figuras del arte popular para mantenerse en la cúspide, o al menos para estar de boca en boca entre sus fans y entre aquellos que no los son.

En este sentido, parecería que sí, que en el caso de muchos artistas el fin justifica los medios y los hay que están dispuestos a venderle el alma al diablo antes que perder vigencia. Lo peor de todo, es que las redes, la facilidad y rapidez con que corren las noticias, así como el consumismo mediático y la locura colectiva, contribuyen a que los incautos acepten todas esas manifestaciones maquilladas de marketing, como informaciones de primera mano, que la reciban como hechos circunstanciales  y reales que les ocurre a las estrellas (aunque muchos los son), y no como estrategias mercadológicas creadas, quien sabe si hasta con una lluvia de ideas, llevada a cabo en las oficinas del artista, con manager, estrategas y expertos en marketing presentes. 

Pero tanto va el cántaro a la fuente hasta que se rompe. Hemos visto como algunas figuras, en base crear escándalos, han perdido vigencia, credibilidad y se han ganado el rechazo de la sociedad.