jueves, 5 de diciembre de 2013

                                            
Por: J. Eduardo Martinez
En días pasados, El Zorro escribió en su columna del periódico El Nacional (publicada en esta página, como es costumbre) acerca de cómo nuestra generación ha sido “bombardeada” por el mal gusto de la música actual.  Da pena ver cómo temas de una pobreza integral, toman por asalto los medios de comunicación y las redes sociales y logran una aceptación inusual.  O sea, que el problema no es sólo de lo que se produce, sino también de quienes lo reciben.

Nuestra generación (la del Zorro, la de Holguín, la de Cabrera, la de Colón, la de Arrendel y muchos otros) tiene el privilegio de haber sido testigo de la mejor época musical de la humanidad en toda su historia, tanto en español como en inglés, que es la comprendida entre las décadas del 50 al 80, ambas inclusive.  Hay un par de décadas antes del 50, que por la calidad de las composiciones, se reflejaron en las décadas posteriores.

¿Es casualidad que a la distancia de más de 80 años, todavía hoy de escuche a Gardel?  

¿Es casual que en todas las fiestas familiares, con gran presencia de jóvenes, los merengues que se bailan son los merengues de los 70 y 80?

Cuando en una actividad festiva, sea pública o privada, suena un bolero de los 50 y 60, la euforia es colectiva. ¿ Por qué?  Por la calidad de los mismos.

La salsa está en un repunte en estos momentos, pero todos sabemos que como la salsa de los 70 y 80 no habrá ninguna.

¿De qué manera se enamoran hoy?  ¿Bailando el teke teke?  O el “musicidio” que hicieron Antony Santos y Vaqueró al tema The Lion sleps tonight, para convertirlo en la bazofia llamada Hoy se va a bebé’.

Hoy se hace música chatarra, para consumirla de inmediato y tirarla a la basura en cuanto termine el disco.  Se olvidan que la música es el alma de los pueblos, que va intrínsicamente unida al corazón, a los sentimientos, al buen vivir.  Que la música es un bálsamo acariciante que sirve para despejar la mente.  Estamos viviendo una época espeluznante, musicalmente hablando, donde el mal gusto impera por sus fueros y aplasta la decencia, la buena educación.

Por eso, casos como el de Juan Luis Guerra hay que preservarlos, auparlos, apoyarlos, para que prevalezcan en el tiempo y que por lo menos sobrevivan como una aguja en un pajar.

¡Abajo el mal gusto¡

3 comentarios:

  1. Sencillamente, aqui hace falta el JEFE. No para que mande a silenciar las voces de tantos seudos artistas disparatosos, sino para que ponga a trabajar, la botella de medio ambiente, salud publica, policia y todos los cuerpos castrences.

    Asi como desperdicios mal manejados pueden provocar epidemias y enfermedades, asi mismo produce enfermedad "mental" la mala musica y malas letras que hoy se consumen.

    Yo nunca he sabido que una persona ha sido inducida a una terapia de hipnotismo con regueton, dembow, rap, y toda es sarta de disparates musicales.

    Nunca he sabido de alguien que haya logrado un estado de relajamiento optimo y sensato con esos ritmos.

    Esos generos que nos han invadido perturban la mente enormemente. Solo se habla de alcanzar billete, sexo desenfrenado, armas, matadera, y mil cosas mas; que evidentemente promueven la violencia fisica y mental. Saida hace falta.

    Algo tiene que pasar porque es demasiado abuso de que un grupusculo quiera a la fuerza poner en nuestros oidos la chavacaneria.

    Yo me imagino una serenata con un tal chuape, la mas dura, omega, La Parra, y muchos mas. No se como es que son tantos tontos que carecen de materia gris.


    Heltho Lette

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  2. Una isla donde no se incluye el Yodo en la comida!piensa piensa piensa...

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