Por Johnny Arrendel
La iniciativa del alcalde Roberto Salcedo de disponer un espacio para recrear y celebrar el espíritu de la Navidad al mayor nivel es loable.
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Cierto es que existe un peligro potencial de que esta actividad se contamine en ediciones venideras con un exceso de comercialización, por lo que las autoridades deberán estar vigilantes, así como los concejales y comunicadores.
Recordemos que otros espacios, como Caminantes por la Vida, de un tiempo a esta parte derivan en verdaderos despliegues de marketing, que atosigan tanto a quienes participan de manera solidaria, como a quienes acceden a las informaciones correspondientes.
Pero lo cierto es que Santo Domingo es una ciudad que reclama una mayor animación cultural y, ¿Por qué no?, más posibilidades de diversión.
Aunque las luces, arbolitos, campanillas, guirnaldas y personajes como Santa Claus y los duendes, son de origen pagano, pero ya definitivamente integrados a esta celebración, el parque Brillante Navidad montó en tamaño gigante un “Belén” o Nacimiento para valorar las raíces cristianas de la temporada.
También llama la atención la asistencia masiva y buena recepción que concita la presentación de la Suite del trascendente ballet Cascanueces, basado en el cuento de Theodor Amadeus Hoffmann y con música del célebre Pior Ilich Chaikovski, por parte del Ballet Concierto, que dirige Carlos Veitía.
La acogida de esta manifestación de las bellas artes, representan una clarinada de que ciertamente el público dominicano es receptivo y que grandes eventos como la Feria Internacional del Libro pueden ser reformulados y descontaminados de tanta vulgaridad disfrazada de música urbana y frituras camufladas de “comida rápida”.
En otro orden, quiero advertir sobre una instalación que desde mi punto de vista representan un alto grado de peligro de accidentes para los niños que acuden al Parque Iberoamericano y Brillante Navidad.
Se trata de un juego que permite a los infantes deslizarse por unas barras en forma de espirales, aunque no está claro si debe ser patinando sobre sus calzados o abrazados al metal.
Sin embargo, para acceder al juego los niños deben subir hasta una plataforma bastante alta para los de menos de siete años, pero para los que sobrepasan esa edad la altura es mucho mayor y por ende, más peligrosa aún.
Las rampas para trepase en los tubos no tiene ninguna medida de seguridad ni tampoco hay empelados dispuestos para asistir y orientar a los niños y niñas que se divierten pero que podrían accidentarse.
ciertamente esa rampa en espiral es un peligro, vi varios niños resbalar y caer...eso deben quitarlo.
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