Joseph Cáceres

Una tarde se ofrecía un coctel en una popular discoteca de la capital, para presentar a la prensa y a la gente del medio un nuevo proyecto.
Fernando Villalona estuvo entre los invitados, compartiendo de manera muy alegre y disfrutando al máximo del ambiente.
Estuvo sentado en el lugar alrededor de dos horas, y no se levantó de su asiento ni siquiera para ir al baño.
Me sentí muy feliz y junto a sus allegados brindamos por ello.
Esa tarde comprobamos que el artista había dejado definitivamente los vicios.
Imposible permanecer tanto tiempo sentado sin ir al baño en los nefastos días de pecados.
Nos convencimos de que había nacido un hombre nuevo....
Y recordamos aquellos años acíagos de desenfreno, de lujuria  y de locuras.
Las fiestas de los brujos que se "montaban" en exorcismos paganos  en el "maní en Camino Chiquito de Arroyo Hondo.
Cuando le quitaron el nombre de Los Hijos del Rey, que asumimos su defensa, y que las reuniones para trazar estrategias se hacían en mi casa, de donde surgió la idea de que se identificara solo con su nombre, porque el de la orquesta no le iba a hacer falta.
Y así fue...Quienes le quitaron el nombre cayeron en el zafacón del olvido, y El Mayimbe sigue brillando aún.
También recordamos cuando redactamos junto al publicista y compositor Ramoncito Díaz, de Publicitaria Trío, aquella célebre carta publicada a página completa en espacio pagado en el Listín Diario, donde el artista reconocía su adicción a los estupefacientes, algo que se sabía, pero que la gente no esperaba que lo admitiría.
Muchos son los recuerdos de aquellos años de la mayimbemanía, sus presentaciones en el Carnaval del Merengue de Nueva York, las giras a Suntan Lake en New Jersey con docenas de autobuses y miles de carros en el camino, haciendo difícil el tránsito en el pequeño pueblo, lo que llevó a la comunidad a protestar.
Años de esplendor, de gloria, de convulsiones personales, públicas, de prisión, de engaños, hasta llegar al momento supremo de la llama ardiente que quema y purifica todos los pecados.
Recordar es vivir...