Joseph Cáceres

A Zorro le irrita a veces la facilidad con que algunos extranjeros que vienen al país siguen engañando a los dominicanos, igual a como lo hicieron los españoles colonizadores con los indígenas cambiándoles pepitas de oro por espejitos.
¿Cuándo podremos despojarnos de ese lastre que nos hace tan sumisos y  dóciles con todo lo que sea o huela a extranjero? 

Aquí viene un italiano a vivir, y de inmediato monta un restaurante de "comida italiana", sin tener conocimiento alguno de gastronomía y hasta se convierte en "chef". Al instante usted ve a un grupo de ilusos, sin criterio, haciendo fila para ir a comer al sitio,  pagando carísimos platos que  están muy lejos de la auténtica comida italiana, mientras el dueño, con un delantal negro que le llega hasta los tobillos como si fuera una falda, se pasea entre las mesas preguntando, con acento italiano por supuesto, que si la comida "está buena".
Con toda esa parafernalia, y su cortesía, "marea" a la gente. Sobre todo a la de clase media emergente y a los nuevos ricos, tan carenciados, en su mayoría, de una cultura gastronómica. No hay que perder de vista el detalle de que muchos criollos van  a los restaurantes caros  no a disfrutar del menú, sino para que los vean.
Otros que vienen al país, con una mano detrás y otra delante, y lo primero que se les ocurre es convertirse en cocineros, son los chinos.
Como son tantos, se meten por docena a vivir  en cuarterías de la Avenida Duarte y la Benito González,  y montan un restaurante de "auténtica comida china", donde los dominicanos van porque "los chinos dan mucho" y con una orden comen dos y hasta tres.
Usted ve hasta a los "riquitos" allí creyendo que están comiendo "chop suey".
Y lo mismo pasa con españoles, cubanos,  árabes, todo el que viene aquí se inventa hasta una fonda sin conocer los fundamentos  de la cocina que dicen representar.
El "peje muere por la boca" dice el refrán...
Y  seguimos siendo "los indios, los mismos indios", como dice el merengue  aquel de Johnny Ventura.