Joseph Cáceres

La primera vez que vi un karaoke, fue en febrero del 1990, en Tokio, justo en el primer piso del hotel Asia.
Viajaba por primera vez a Japón, en compañía del colega Carlos Batista Matos, en la primera gira de una orquesta de merengue a la nación asiática: Milly, Joselyn y Los Vecinos.
Y qué es eso?, me pregunté al ver a unos jóvenes cantando, mirando las letras de la canción en una pantalla. Era el karaoke, que etimologicamente proviene de la palabra japonesa "kara", que significa "vacío", y "oke", abreviatura japonesa de la palabra inglesa orchestra, lo que significa que la orquesta toca en vacío, sin cantante. Esto permite que cualquiera pueda usarlo como acompañamiento para su canto.
Pasó un tiempo para que este invento llegara al país, provocando una verdadera sensación, al motivar a sacar a flote la vena artística escondida de mucha gente, pero a la vez convirtiéndose en refugio de desahogo de muchos cantantes frustrados.
Pero bien, lo importante es que el karaoke ha sido un elemento catalizador de un apreciable valor como medio de divertimento y entretenimiento.
El recuento viene a cuento, a propósito de que fui invitado a Punta Cana  por una prestigiosa familia a la cual me unen vínculos entrañables, con la que no compartía hace tiempo.
Gente bonita, adinerada, sencilla, alejada del mundanal ruido de la farándula, con una clase que traspasa los niveles y límites imaginables.
Del tipo de personas que teniéndolo todo, no te echan en cara su riqueza, su abolengo, su estirpe, lo que gastan en comida, sus viajes por el mundo, sus carros, su casa, su villa, su ropa, sus bebidas, en fin, gente de alta clase, que no son los detestables nuevos ricos que permanentemente están en un fastidioso afan de ostentación.
Y qué bien me sentí copartiendo con ellos. Observando la frugalidad de Shana, la timidez de Angely, la  fogocidad de Sarita, la locuacidad de El Coyote, la vivacidad de Johnny, la vitalidad de Carolina, el vaivén de Florangel, la cadencia de Clarivel bailando, y el encanto de Mireya, cantando.
Un encuentro formidable, a bordo de un karaoke, con una especie de Cuánto Vale el Show?, que nos posibilitó a la vez determinar quiénes son los artistas preferidos de todos los tiempos, que la gente canta.
Los temas de Anthony Rios fueron los más escogidos, pese a la juventud de la audiencia. El "Solo contigo", de Milly.
Miriam Cruz con su "Cosas de el". Cherito con los temas viejos de The New York Band, los clásicos del merengue, pero nada de bachata ni dembow.
Naturalmente, el predominio era de los artistas internacionales, extranjeros, que definitivamente son la esencia de los karaokes.
Qué bueno es cuando uno puede compartir en familia con gente buena, educada, sencilla, con sentimientos tan nobles, como los Pierani, Scalici.
Gracias de corazón por tan buenos momentos...