Joseph Cáceres

AYUDAS QUE A VECES FASTIDIAN...

Ahora no solo tiene uno obligado que leer y releer lo que escribe, antes de publicarlo, para que no se le vaya una falta ortográfica, sino también por el hecho de que el corrector de los “smartphone” y de las PC te cambian las palabras sin preguntarte, poniéndote a veces a decir disparates.

Esta tarde envié un mensaje a una amiga halagándola por su buen desempeño en el cine, pero el bendito corrector me había cambiado palabras, y en vez de un elogio, lo que estaba era insultándola, bendito sea Dios, una persona tan fina y de tan bueenos modales.

Por suerte, se trataba de alguien que conoce de los robots que ahora existen  en los equipos de comunicación, que quieren hacer el trabajo por ti y terminan haciéndote pasar verguenza.
Mi amiga está "up-to-date" y conoce de la situación, porque a ella misma le ocurre lo mismo.

Pienso que deberían dejar esos correctores para muchos que escriben con abominables faltas ortográficas, que si el sistema le pone otra cosa, no importaría nada, comparándolo con todo lo mal que hacen, algunas de las correciones serían acertadas.

Pero, así vienen los carros...

Hay unos que desde que te subes en él por la mañana, te da los buenos días,  el estado del tiempo y te pide la carta de ruta para indicarte los accesos más directos y descongestionados, además del kilometraje sugerido y el tiempo en llegar según los cálculos del computador de a bordo y sus conexiones satelitales, vía GPS y la internet. Es una especie de juego al Auto Fantástico de la serie aquella..

Lo mismo si es de tarde, de noche o de madrugada. Nunca falla el maldito...
Es una especie de juego al Auto Fantástico de la serie aquella..
El problema está en que esos sistemas de navegación  están diseñados para ciudades y carreteras mejor organizadas que las nuestras.

En días pasados por llevarme del robot Siris fui a parar a Katanga sin darme cuenta, y cuando le pedí que me sacara de ese lugar, entonces el azaroso se bloqueó  y me dijo que no tenía registro de la calle en que estábamos. ¡Vaya usted a ver!.

Siempre me pauta rutas cortas y directas, pero si me llevo siempre de ello, pierdo más tiempo que Hipólido y Miguel Vargas tratando de ponerse de acuerdo, en un país donde la lógica difícilmente funciona.

Uno no puede olvidarse de que estamos en Dominican Republic, donde el día más claro llueve, porque las probabilidades de lluvía de la  Meteorología criolla siempre son de 50% y por eso nunca quedan mal, si llueve o no llueve, diferente a Estados Unidos donde te predicen que el jueves va a llover o va a caer nieve, y júralo que así será.

Si usted se lleva de las computadoras y los GPS de los satélites, se encuentra con que ciertamente le dicen con claridad para donde va y cómo llegar, pero aquí fácilmente te meten en un infierno con el tránsito alocado y sin regla que impera, en el país de las voladoras y el motoconcho.

Más fácil llega uno a un sitio preguntándole a un taxista, que llevándose del consejo de la computadora de a bordo guiada por un satélite, que ve la ruta, pero no las voladoras, los carros públicos, los camiones, las guaguas amarillas que hay en la misma, ni los tapones que los Amet hacen en cada esquina.

Es República Dominicana,..en otros tiempos el secreto mejor guardado...
Hoy, el lugar donde las águilas se atreven...