miércoles, 12 de marzo de 2014

Los músicos dominicanos no se pueden quejar...
Hay orquestas que se disputan a los principales instrumentistas  que, aparte del salario que ganan en las agrupaciones a las que pertenecen, con frecuencia son buscados para poner instrumentos en numerosas grabaciones de estudio.

Cuando viajan al extranjero reciben dietas y un salario más elevado, y en el caso de agrupaciones como la de Héctor Acosta de más está decir que obtienen ventajas adicionales ya conocidas de todos.

Hasta los de bachata, que tocan guitarra por ejemplo, reciben salarios por encima de los demás, por ser este instrumento una especialidad.
Los que tocan salsa tienen que brindar servicio a casi todos los intérpretes del género. Les denominan "los hombres de negro", porque es el color que usan para tocar en todas partes.

Digo esto porque viajando por el mundo he visto en las calles, en las estaciones de trenes a músicos de academias y conservatorios tocando para que la gente le deje algo en el sombrero. 
Los hay que lo hacen por simple hobbies, o para perfeccionar un instrumento, pero en la mayoría de los casos procuran con ello recibir donaciones de dinero.

Los hay muy habilidosos que usan el estuche del instrumento como receptáculo de las papeletas y monedas que les tira la gente, entre ellos, algunas personas muy generosas que sorprenden con lo que dejan caer.

Países desarrollados, con instituciones muy fuertes, que sin embargo permiten que  verdaderos maestros anden en las calles como pordioseros.
Es tan así que miren como la Orquesta Sinfónica Nacional se ha nutrido siempre de músicos extranjeros, ante la imposibilidad de lograr ejecutantes criollos con la destreza y la capacidad en la ejecución de algunos instrumentos.

Empero, muy pocos son los músicos dominicanos que se sacrifican estudiando música y armonía en el conservatorio para luego esperar un chance en la Sinfónica, donde por más que han aumentado el salario, no se compara con el que se obtiene en un combo y  en los "picoteos extra".

Y está claro que por ello tenemos es una fábrica de músicos improvisados, la mayoría de los cuales no sabe leer un pentagrama, pero que si saben como lograr el "tumbao" el "mambo" y el "jaleo" con el cual poner a gozar a la gente en una pista, al ritmo de un kulikitakatí.

Esos músicos deberían agradecer tener una bachata, un merengue, salsa (a los urbanos no los incluyo porque como se sabe trabajan con sonidos procesados y un DJ y ahí no hay vida).

Ojalá muchos países contar con géneros musicales expansivos, algunos más que otros, que desde los exponentes más grandes hasta los más chiquito les permiten trabajar aquí y en otras partes del mundo.

Mientras algunos músicos de los llamados "greñuses" en Europa y Estados Unidos andan tocando en las calles y en las paradas del tren, para poner vivir de la caridad pública, aquí hay muchos andando en carros del año, que son verdaderas figuras expuestas en la televisión, que viajan para todas partes, que tienen casas propias, y que en términos relativos viven mejor que muchos de países desarrollados.

¿Que pudieran estar mejor todavía?, eso no se discute, pero son los mismos músicos los que no se han manejado como un sector de clase gremial, con un criterio, nivel de exigencia y defensa de sus derechos que los harían tan poderosos como los de México.

1 comentario:

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NIURKA BAEZ,
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