Pobre Clase M… Media
Por Orlando Holguín
Viendo un artículo que apareció aquí en Merengala, originalmente escrito para el periódico El Nacional y cuyo título es “Lugares de esparcimiento hacen hoyo a discotecas”, no nos sorprendió el percatarnos que los lugares a los que se hace referencia son Guibia, Plaza Juan Barón y el legendario Parque Eugenio María de Hostos.
Siempre proclamamos que el dominicano es el consumidor más zoquete del planeta. Aquí, a todo lo que significa aumento de precio de un artículo, producto o servicio, le aplicamos el único movimiento filosófico que hemos creado los dominicanos: el “Nanaísmo”, cuya doctrina principal es el “na’ e’ na’”.
Si alguien dice que en una discoteca un parroquiano llegó a comprar el famoso servicio de ron con un refresco de soda hasta al módico precio de 20 pesos y hasta más bajo, enseguida salen quienes proclaman que eso fue en los tiempos de Cuca y Rosetán. Y es cierto, hace mucho tiempo, pero la proporción en que aquí aumentan los precios lleva a que hoy día existan productos que al pasar de los años se hayan elevado hasta en un 5 mil por ciento, y somos prudentes en esta cifra.
Es lo que ha pasado con las discotecas, que han subido tantos los precios que a muchos consumidores no les ha quedado más remedio que escoger colmados, colmadones y otros lugares no tradicionales como opción para divertirse y compartir con los amigos, aún allí no se baile.
Este quizás no sea el país más caro del mundo, pero tampoco es el más barato, y sí se puede catalogar como uno donde la gente gana menos dinero. También debe estar entre los pocos lugares del mundo donde a algo le aumenten un 230% de un tirón, como se intenta hacer con los peajes.
Encima de eso, vivimos en una economía donde muy pocos están subsistiendo dignamente con un solo empleo y en la que, con más de un sueldo, tampoco se logra vivir un poquito más allá de lo digno. Ah, pero no las pasamos diciendo: “Vivimos en el mejor país del mundo”, aunque la pseudo bonanza sólo la perciben unos pocos.
Ahora bien, en cuanto al titular del artículo, el problema hay que verlo más allá de la mera existencia de los lugares mencionados. Muchos negocios, incluyendo los de diversión, están padeciendo los efectos provocados por lo que casi comienza a ser una especie de desarticulación de la clase media.
El bienestar económico de un grupo humano no sé manifiesta o aprecia en el cacareado “crecimiento” económico, sino en el poder adquisitivo de los ciudadanos. No se puede negar que hay muchos lugares que se mantienen a base de una clientela compuesta por gente del bajo mundo, por políticos, peloteros de Grandes Ligas (cuando están en el país) y empleados de alta jerarquía de contadas empresas, pero sucede y viene a ser que no todos estamos en el bajo mundo, no todos somos políticos, ni tenemos la súper híper mega suerte de ganarnos hasta 500 millones de pesos dominicanos, como se los ganan (muy bien ganados) algunos peloteros en una temporada.
El que antes era clase media, podría fácilmente pasar ser clase baja, y es que la escasez de lo que el “tigueraje” sano llama el “efe” (efectivo) ha disminuido enormemente su poder adquisitivo y la ha llevado a actuar, como me dice una estimada amiga nuestra: “con gusto de champagne y bolsillo de mabí”.
Quiérase o no, la clase media es la clase consumista, la que más mueve la economía de cualquier nación, pero si no ocurre un milagro económico, de esos que no produce el dichoso crecimiento económico que tanto cacarean y celebran nuestros gobiernos, la de aquí va pasar a mejor vida y sólo habrá clase alta-alta y clase baja-baja.
Orlando, eso no rs solo alla, la clase media es una espacie en extinsion en la mayoria de los paises del mundo, mi hermano es un plan.
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