Cultura gastronómica

Dice un proverbio árabe que "el hombre cava su fosa con los dientes", el cual es difícil de asimilar por el común denominador de la gente.
Sobre todo  cuando no se posee una cultura gastronómica, y se come por necesidad y no por placer.
Sobre el tema se pueden escribir millares de páginas y nunca se lograría un manual, que pueda ser asimilado y aprendido de manera consecuente por la gente.
Ya hemos hablado del autoengaño de el ir a comer a ciertos restaurantes donde la comida está semi preparada o precocida, en la mayoría de los casos conservada en nevera, a la cual solo solo se le rectifica el sabor y se calienta, por lo cual se pagan exageradas sumas cuando llega la cuenta. Un servicio que si usted se pone a pensar no vale la pena.

Si se trata de comidas típicas, es un barbaridad  usted salir de su casa a comer sancochos, cocidos y sopas trasnochadas de nevera, que muchos lo aceptan sin rechistar, porque no saben distinguir entre un plato fresco, hecho al instante, de uno que tiene tres y cuatro dias guardado en nevera.
No es malo comer en restaurantes, lo malo es comer en restaurantes malos.

¿Por qué razón la gente acepta como bueno y válido comer fiambres?.
Bueno, hacemos la crítica y de alguna manera hay que buscarle explicación.
Es parte de una cultura y una costumbre hogareña. Muchos se han acostumbrado a llegar a la casa de la escuela o el trabajo después de la hora de comida, y encuentran que "amorosamente" la esposa o mamá se la ha guardado en la mesa, debajo de un pañito.

Esa comida, aunque la calienten, no es igual que cuando estaba recien hecha. Ha perdido propiedades, y una nueva coción a veces la pone peor. Ello aparte de que algunos alimentos cogen bacterias, que bastantes problemas de salud ocasionan.
Está tan arraigada la cultura del comer mal, que la gente  cuando hay banquetes en grandes fiestas, se la encuentra mejor al otro día, recalentándola de la nevera.
Ellos juran que es así, cuando la pasta de una lasagna se estropea después de ya echa y se guarda en nevera, y lo mismo ocurre con los espaguettis al dente que están hechos para comer al instante, y no para ser dejarlos enfriar y mucho menos guardarlos en nevera.

Por igual las carnes, que  alcanzan su mejor nivel para su desgustación cuando están recien hechas, sacadas de la parrilla o la plancha, luego de lo cual, cuando se enfrían se endurecen, y pierden su sabor y textura.
Pero, hay que entender, como dicen, que la necesidad tiene cara de hereje, y dirán algunos que es muy bueno estar teorizando sin conocer la realidad del otro.
Pues miren, que si lo entendemos. Pero eso no quita el que uno delimite los campos y establezca las cosas como son, independientemente de la justificación.
Lo que ocurre es que cuando usted se plantea en términos de exigencias con su gusto y paladar, como resultado de que lo ha cultivado, de inmediato aparecen algunos  "traga comida", que lo acusan de ser muy "fino" y "sofisticado". Y  hasta se burlan de usted, porque como decía Yaqui Núñez, "la ignorancia es atrevida".

No en vano a nivel coloquial  se pegó la frase de ¡a comer caliente!, la cual es como una celebración, cuando se llega a la casa a tiempo, y te puedes servir de un morito de guandules recien hecho, un pescado guisado con coco, o un sancochito sacado de la olla en el momento culminante en que hace ¡plo, plo plo!.
¿Usted sabe lo bueno que es comerse un pan caliente, acabado de hacer, crocante?
No ombe no, eso no tiene precio....