sábado, 2 de agosto de 2014
La calle El Conde hoy día es un arrabal, llena de buhoneros, vendedores de cuadros, artesanías, de tiendas de chucherías con maniquies en las aceras, vendiendo panties, redecillas y chancletas. En la segunda mitad del siglo pasado era la vía por excelente de la capital, donde operaban las grandes tiendas, restaurantes, salas de cine, joyerías y oficinas comerciales de grandes empresas. Transitaban vehículos y se veía atestada no solo de gente de saco y corbata, sino también de militares, marinos, con sus esquinas de policías con bombín blanco de safari dirigiendo el tránsito. No habían carteristas ni atracadores, ni gente mendigando en las esquinas porque estaba prohibido. Usted no podía andar con un pantalón roto en la calle, porque infringía normas de buenas costumbres, y solo se le permitía eso a los locos, como Pichón de Burro, al Doctor Anamú, a Barajita, al Maco o a Tafeta. Y cuidado, porque a veces los agarraban y los recluían en el manicomio. Aunque siempre terminaban dejandolos libre, porque eran locos que nadie podía con ellos. Por eso duraron tanto, y se hicieron tan famosos. De ahí fue precisamente que surgió el refrán de que "nada dura más que un loco".
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En eso tiempo avia gobierno hoy solo. Son uno muchacho de mandado
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