Joseph Cáceres

Enrique Iglesias:«Pitbull es temible por las noches»

Incontestable. No hay otra palabra para definir el éxito de Enrique Iglesias. Quizá no en el del cine o la televisión, pero cuando comenzó su carrera, a pesar de que pocos apostaban por él, paso a paso, y seguramente muy bien aconsejado, fue introduciéndose en la élite de la farándula pop y en los primeros puestos de las listas de ventas. Hoy es uno de los artistas más famosos e influyentes en el mundo de la música de baile. Un astro en toda regla. 

Incluso su mismísimo padre tuvo un pequeño arrebato de envidia cuando le sacaron el tema (recuerden: tuvo que aludir a su superioridad en otros asuntos más carnales). El pequeño Enrique vende discos como churros, y no hay quien le tosa cuando se trata de lanzar la canción del verano. Es más, todos quieren arrimarse a él: productores, cantantes, músicos... «Bailando», «I’m a freak», «Turn the night up», «Loco», «El perdedor», todos los singles de su nuevo trabajo «Sex and Love» han reventado YouTube, iTunes y las pistas de baile.

Pero ahora llega la hora de la verdad, el turno de los grandes escenarios y en el país que le vio nacer como persona y como artista, con dos esperadísimas citas la semana que viene, el jueves en el Palau Sant Jordi de Barcelona y el sábado en el BarclayCard Center de Madrid.

-¿Qué prefiere, «sex» o «love»?

-Hombre, el amor es lo más importante, pero todo el mundo sabe que lo mejor es la perfecta combinación de ambas. Vivir sin alguna de las dos, o sin las dos a la vez, es horroroso, pero eso sí, quizá sea mejor el sexo sin amor que el amor sin sexo, eso da un poco de penilla ¿no? En el disco las dos facetas aparecen y desaparecen, se van turnando en el protagonismo, luego se combinan...

-Cada vez tiene más colaboradores. Esta vez han sido Marco Antonio Solis, Romeo Santos, India Martínez, Kylie Minogue, Pitbull, Juan Magán, Flo Rida, el rapero Sammy Adams...

-Hay que tener cuidado con algunas colaboraciones, como la de Pitbull ¡ja ja! Es que somos muy amigos, vivimos en la misma ciudad, Miami, y solemos salir por ahí juntos por la noche. 

-Y es temible, claro 

-No lo sabes tú bien. Hay que retirarse a tiempo, ¡ja ja! Claro, luego te pones a trabajar con él y, como hay mucha confianza, tiendes a bromear, a desparramar un poquito, ¡ja ja!. No, en serio, hablando de las colaboraciones, hay que tener muchas cosas controladas, por los permisos de discográficas y todo eso. Pero nosotros los músicos no nos ocupamos de esos temas, y gracias a eso lo disfrutamos mucho. A mí me ha enriquecido muchísimo esta experiencia, ha sido increíble, sobre todo porque me ha ayudado a superar uno de mis peores miedos, que es el de repetirme, el de no evolucionar, y lo hemos conseguido a través de una música superecléctica, supervariada, que te lleva por nuevos caminos. Esa es la línea que quiero mantener en el futuro, porque es la que de verdad me da vidilla.

-Kylie Minogue, Juan Magán o Pitbull son superestrellas muy populares en España, pero otro de los invitados en el disco, Romeo Santos, no es tan conocido aquí y sin embargo...

-Lo peta en América. Es lo que ibas a decir, ¿no? El tío puede llenar el Madison Square Garden cinco días seguidos. La población hispana de Estados Unidos es inmensa y lo adora, se lo toman casi como una religión. Yo le conocí en 2008 porque hicimos una gira juntos. Congeniamos mucho y nos prometimos que algún día grabaríamos una canción a dúo. Y aquí está.
«Estaba hecho un flan»

-Usted también ha actuado en el Madison Square Garden con llenazo, no sea modesto.

-Sí, pero tenías que verme. Estaba hecho un flan. Es que un sitio tan importante, con tanta historia detrás... Todo eso te hace sentirte como una homiguita en el escenario, como un principiante, y te pones de los nervios. Pero como estuvieron conmigo Pitbull, Sammy Adams y otros amigos, fue fácil convertirlo en una experiencia increíble.

-Le queda poco para entrar en los cuarenta. ¿Se ve cambiando de estilo cuando se vaya haciendo mayor?

-Creía que decías los principales, ¡ja ja! Pues por ahora no, tengo muchísima marcha en el cuerpo, queda fiesta para rato.