¿Te dieron ya tu papicard?

Que hoy, día no laborable, él te pase a recoger en uno de sus tantos vehículos de lujo; que vayan a desayunar suculentamente a un fino restaurante; que se vayan de paseo por la ciudad colonial a ver los monumentos, aunque tú creas que Cristóbal Colón era un esquimal nacionalizado ruso y que la Casa de Bastidas es la Cafetería Primada de América, donde vendieron el primer “Lechosa K” (saludos a mis amigos de Barra Payán); que al mediodía hagan un stop para ir a almorzar a otro exquisito restaurante.

Que más tarde se vayan a una playa privada y de allí salgan en la noche; que después se atrincheren en uno de sus extravagantes nidos de amor, ubicado en una alta y suntuosa torre y ahí hagan el amor hasta bien entrada la madrugada. 

Que por la mañana, a eso de las 10 a.m., mientras él ronca porque cayó vencido a “3 caídas”, te despierten tocando a la puerta y al abrir, la seguridad (generalmente un guachi) te entregue un pequeño regalo, lo abras y allí encuentres la llave de una jeepeta Porsche Cayenne, o de una Audi, tal vez de una Lexus 350, o de un hermoso Mercedes Benz, no tiene precio. Para todo lo demás, existe la Papicard. (Orlando Holguín).