El choque de los millones de US$ contra el bate
Por Orlando Holguín
Con el dinero no se alcanza la felicidad dice un dicho, pero algunos a esta máxima le han agregado que si no se alcanza, el dinero puede dejarnos a una esquina de distancia de ella.
El consumismo galopante al que ha sido conducida la humanidad, hace que el dinero sea necesario. El metálico en abundancia no es malo, lo que sí podría ser perjudicial (aparte de la codicia) es recibir una gran cantidad de sopetón, sin estar preparado para administrarlo ni administrarse.
Un ejemplo de esto último se dice que ocurre en el mundo empresarial, y lo voy a decir a mi modo: La primera generación trabaja muy fuerte y construye, la segunda generación trabaja y disfruta, y la tercera casi no trabaja y destruye. Esto, aun dicho con otras palabras, no es necesariamente un axioma, pero hay ejemplos por montones.
¿Adónde quiero llegar con lo anteriormente expuesto?
Recientemente han ocurrido hechos, cuestionables unos, lamentables otros, donde han tenido participación algunos peloteros locales. En un artículo anterior hablamos de los casos de deportistas foráneos quebrados económicamente y metidos en problemas graves de conducta. Entre los nombres, todos muy sonoros, había peloteros, baloncestistas, boxeadores, velocistas, etc. Ahora bien, la diferencia entre esos atletas y los muchachos del patio, es que aquellos (casi todos) han pasado por lo menos por high school y muchos por prestigiosas universidades, lo que tampoco evitó que cayeran del pedestal de la bonanza económica o de la fama.
El dinero en demasía no es necesariamente dañino, pero sí peligroso, y en ese mismo sentido, hay una situación que representa un peligro más latente y abrumador: convertirse en millonario de un día para otro. En las grandes economías ser millonario es un privilegio que no todos sus ciudadanos alcanzan.
Por estos predios muy pocas personas pueden convertirse en ricas trabajando dignamente, no obstante, hay tres actividades con las cuales un dominicano puede convertirse en súper rico de la noche a la mañana: la política, el narcotráfico y el béisbol (la pelota), siendo esta última no cuestionable y con la que un individuo logra ganar millones, cómo se dice en buen dominicano, “fajao”.
Hay una inmensa cantidad de peloteros criollos que ha alcanzado la bonanza económica, Esos jugadores han terminado en un final feliz y son ejemplos para la sociedad. Sin embargo, hay unos pocos atletas (y que bueno que son pocos) que han claudicado, viéndose envueltos en asuntos muy delicados: muerte de personas, accidentes de tránsito con un saldo fatal, balaceras, o han tomado acción en algún tipo de acto que riñe con la ley.
No hay que hacer un análisis sociológico profundo, ni recurrir a ciencias complejas para llegar a la conclusión de que el cerebro, la cabeza, la azotea, la mollera de algunos jóvenes jugadores de béisbol que llegan a alcanzar la respetuosa suma del millón de dólares y a sobrepasarla hasta en un primer contrato, no está preparada para asimilarlo, más tomando en consideración que con el cambio a la moneda local esa suma se convierte, si se quiere, en ofensiva para el común de la gente.
Para los novatos (novicios no sólo en el terreno, sino en la vida misma) que dan el salto, no son suficientes los entrenamientos y orientaciones que reciben en las escuelas de los equipos de Grandes Ligas, los cuales hacen grandes inversiones para la preparación de los prospectos, preparación no sólo física, sino también mental y educativa. Tampoco valen los consejos de la gente de bien que les rodea.
Pero hay que entender algo: Es muy difícil que del batey, del campo, de la pobreza, del fango, del azaroso barrio, de la escasez y de la falta de educación (y esto no es peyorativo), se digiera un cambio económico vertiginoso, que abarca, además de lo monetario, él éxito deportivo y la fama. Es muy cuesta arriba pedir a estos noveles deportistas no alocarse y que a la vez no piensen que con el cambio de estatus económico deben venir incluidos los carrazos, los jeepetones, el arma de fuego, las “mejores” hembras y el alcohol de afamadas cosechas, aun la única cosecha que hayan conocido sea la de plátanos, la de arroz, de caña y la de las precariedades heredadas desde sus antepasados.
El dinero en abundancia, en cualquier tipo de sociedad, tiende a cambiar al ser humano, y no es un aspecto del todo criticable, aunque sí en cierto modo evitable. Ahora bien, en los individuos que pertenecen a sociedades en la que la educación es un estandarte, asimilar una fortuna siempre será más benigno, no obstante cause algunos trastornos en esa traslación de estatus, en ese cambio de sistema de vida y de porvenir.
¿Quiénes pueden evitar que esos muchachos dejen su vida dentro de los hierros retorcidos de un lujoso vehículo? ¿Quiénes pueden evitar que esos imberbes caigan en vicios destructivos, se atiborren de alcohol y piensen que hay que disfrutar de las mujeres por docena? ¿Quiénes deben orientarlos para que no se enganchen un arma de fuego y tiren tiros, para que todos sepan que son Grandes Ligas y que deben respetarlos? ¿Quiénes podrían ayudar para que estos bachilleres de la vida no conduzcan vehículos de alta potencia en horas de la madrugada, como si estuvieran en las 500 Millas de Daytona o de Indianápolis y tal vez luego de haber consumido bebidas alcohólicas en considerable cantidad? ¿Quiénes son los llamados a impedir que estos muchachos mal administren su fortuna y terminen sin un centavo, aun tuvieron tanto dinero como nunca se imaginaron?
Todo esto quizás solo lo podrían evitar sus padres, sus tutores. Lo podrían lograr a través de la educación, de la responsabilidad paterna y familiar, con la aplicación de controles e inculcación de valores. Pero este proceso no tiene mucho efecto si ya el muchacho es un hombrecito, un gran prospecto y un futuro big leaguer, no tiene validez si no se aplicaron medidas cuando éste crecía y se formaba, en el hogar, en la escuela (si asistió), en la iglesia, en la comunidad. Si los padres no asumen su responsabilidad, que cuenten y digan que criaron un buen pelotero, pero quizás también un gallo loco, capaz de llevarse el mundo por delante, un creído que piensa que puede ir por ahí con un arma de fuego tirando tiros a mansalva, aún se lleve de por medio una vida humana, como ha ocurrido en algunas ocasiones.
Excelente analisis de todos estos nuevos millonarios ha hecho Holguin en un lenguaje llano y facil de asimilar.
ResponderEliminarMuy bueno el analisis. No le veo fin a ese circulo vicioso a menos que durante la formacion de esos jovenes sus padre y madre los ayuden a ser jovenes con valores moral, algo asi como el caso de Moises Aou y Stan Javier, por solo mencionar dos casos. Excelente articulo !!
ResponderEliminarExcelente artículo!!!
ResponderEliminarMagnifico!
ResponderEliminarHolguín el clud de los zorrito acabamos de aser una votación unánime y usted fue el ganador del sobechuflay usted es un genio escribiendo artículo sin desperdicio.
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