Joseph Cáceres

Se embromó Silvio Mora, llegó el pavo... pero el de  Cirilo Moronta

Por Miguel Melenciano

Llegó el pavo, y no el de Silvio Mora, pero no vino solo,  fue traído por las plumas por el empresario Cirilo Moronta  con el objetivo de amortiguar  un poco la crisis económica que vive la comunidad dominicana que reside en la ciudad de New York.   

Sí, así mismo como se lee en este escrito, y  muchos dominicanos de allá, se niegan a creerlo, porque todavía persiste en ellos, el anhelado sueño americano, que para los de aquí con el tiempo,  se ha convertido en  pura pesadilla.  

A eta’ realidad -sin la S-para que suene bien dominicano-que se ha tornado amarga con el pasar del tiempo,  los que residimos aquí, nos hemos ido acomodando, y dejando atrás el pensar que el  sueño  americano se lograba  con pisar esta parte del norte de américa, y solamente los aprietos en que nos ha colocado la crisis económica nos ha hecho ver, que ese sueño solo se puede lograr con el trabajo.

Y como ejempl de que la perseverancia en el trabajo nos lleva directo a  concretizar  nuestros pensamientos,  y por ende, a convertir en realidad nuestras quimeras, el sueño de un trabajador a tiempo completo como Cirilo Moronta de acumular riquezas con sus negocios, que le brinde  la facilidad de poder ayudar a sus connacionales, se ha hecho realidad en esta gran nación que le ha dado albergue.

Pues en estas navidades todos hemos sido testigos de las facilidades que ha concedido el empresario Moronta a los dominicanos y a nacionales, de otras etnias, otorgándoles pasajes gratuitos para que puedan viajar a ver sus familiares, actividades recreativas y ferias de salud para las personas que carecen de seguro médico, repartición de pavos, cena con personas envejecientes, y la repartición de raciones alimenticias, entre otras donaciones que ha realizados durante el año.

En verdad, Cirilo con su labor altruista ha venido a tapar un hoyo en la alicaída economía de la ciudad de New York, pero al mismo tiempo, con el pavo ha descubierto un gran agujero  en la triste realidad que vivimos los dominicanos, que con tanto sueños nos aposentamos en esta acogedora nación, y que, por no llegar vencido a nuestra patria, preferimos mantenernos aquí, inventándonos cuantas cosas se puedan hacer, pero nunca vencidos, aún vencidos.