Un país de tradición religiosa musulmana, que sin embargo acusa un grado extremo en degeneración, prostitución y turismo sexual, lo cual los coloca en la posición y en el mismo lugar de quienes pratican la moral en calzoncillos.
Se tratran, empero, de ocultar detrás de las pobres mujeres africanas.
Y es que dondequiera se cuecen habas.
Mientras aquí las haitianas se han diseminados por los bares de Sosúa y Cabarete para ejercer la prostitución, desplazando en muchos negocios a las dominicanas, en Malasia el tráfico es con las mujeres ugandesas, que al igual que las de nuestro país vecino, tienen fama de ser muy especiales y apreciadas por ciertos "trucos amatorios", porque de ellas se dice que tienen "una cosa que amarra".
Y los turistas japoneses que van allí "les encanta esa vaina".
Prohibir una película en Malasia por su contenido pornográfico se parece al cuento de la mujer a la que dejaron desnuda en pelotas en la calle, que en vez de cubrirse abajo se tapaba la cara para que no la reonocieran.
Hay gente que piensa que lo ha visto todo por el hecho de que han visitado el Red Light District de Amsterdam, sin haber estado nunca, aunque sea "de paso", en Soi Cowboy y Khao San Road de Bankgkok.
Mucho menos en Walking Street de Pattaya, también en Tailandia, centro del turismo sexual de esta nación del sudeste asiático.
Una calle que es para turistas, muy intensa y trepidante, llena de Gogo Bars, de mujeres "ficheras", luces, sonido, música, de mucho movimiento, donde de repente te encuentras en medio de la calle atestada de gente, un ring de boxeo donde dos pelean como parte del show, y si te animas, también puedes subir a darte un par de vejigazos.
En cualqujier esquina te encuentras un "performer", así como mujeres que bailan en vidrieras, muchachas que en las esquinas se te insinúan y proponen, en una calle llena de visitantes de todas partes.
No en vano la han bautizado como un parque temático del sexo.
Un verdadero circo la Walking Stret, que vendría siendo una especie de Conde Peatonal de Santo Domingo, pero guardando abismales distancias, pues en la de aquí lo que aparecen son unos buhoneros haitianos vendiendo cuadros. Nada que ver con la famosa vía de Pattaya en Tailandia.
En correrías por el mundo, conociendo la trepidante vida nocturna de Tailandia, donde zorro se sentía en otro mundo, tan distante, diferente y alejado de nuestra civilización, adivinen ¿qué?...
Se escucha la voz de una muchacha de las que estaban paradas frente a un Gogo Bar voceando a viva voz: ¡Joseph Cáceres, y que tu buscas por aquí!. Siempre te veía en televisión allá en Santo Domingo....Me le das un saludo a Rasputín...
¡Y es que dondequiera aparece una dominicana!
Las mujeres dominicanas que trabajan en Langstrasse en Zurich, en el Barrio Rojo de Amsterdam, en Rompogi en Tokio, que te aparecen en un bar de Pigalle, en Paris, y en el centro de Atenas, en Grecia tienen algo en común.
Son sumamente susceptibles y sensibles a cualquier escrutinio que puedan ellas entender que pueda atentar contra la discrecionalidad que procuran terminar en su trabajo.
No transigen con eso, porque tienen familia, sus hijos, y hasta sus esposos que dependen de ellas en la República Dominicana.
Son celosísimas en esa parte de la historia, a un punto total, que en una ocasión pasada, por Víctor Roque estar "de sabroso" y propasado, que riendo hacer chiste, lo sacaron violentamente de una vidriera del barrio Rojo de Amsterdan.
Nada menos que una dominicana,
dfdhdfgh
ResponderEliminarFUCK YOU
Eliminardfsa fsf s
ResponderEliminarAhora si, viene un desacatao, que las neuronas sufren anquilosis por la jarturas de crak, a escribir en jeroglífico.
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