¿Quién nos entiende?

Cuando la imprudencia no anda a bordo, sino a pie...

Cuando la carretara duarte cruzaba por el centro de Villa Altagracia la población clamaba y protestaba por los numerosos accidentes de tránsito que ocurrían en la vecindad.
Tras la construcción de la nueva vía se decidió sacar la carretera del pueblo, para que el tránsito vehicular pasara por la periferia.
¿Y qué sucedió?. Los lugareños comenzaron a construir sus viviendad en ambos lados de la nueva carretera. O sea, trasladaron una parte del pueblo  de nuevo a la peligrosa vía, sin que las autoridades lo impidieran.
Y de nuevo han vuelto a quejarse, de que los vehículos que transitan a gran velocidad  provocan accidentes cuando la gente intenta cruzar de un lado a otro.
Pero así es el dominicano, de especial.
Una especie que ni siquiera con amplios y profundos estudios antropológicos y sociológicos  logra nadie entender.
Lo mismo acontece con el tramo de la autopista de Las Américas que pasa por el cruce de Andrés-Boca Chica donde se denuncia la ocurrencia de numerosos accidentes.
Los carriles de ida y vuelta están separados por un muro New Jersey, pero el mismo ha sido roto por los lugareños para cruzar a través de los mismos a pie o en motocicleta.
Es lógico y natural que muchos fallen en el intento, sin que los conductores de los vehículos que por allí transitan, tengan culpa de que de repente se les atraviese una motocicleta, hasta con 4 personas a bordo. 
Es el cuento de nunca acabar...
Los de a pie piden la construcción de pasos a desnivel o puentes peatonales, lo cual está muy bien.
El problema está en que se los construyen y entonces nos lo usan, para seguir corriéndose el riesgo de cruzar entre automóviles que van a toda velocidad.
Definitivamente, es como la serie de televisión: Misión imposible...