martes, 24 de marzo de 2015

Hitchcock, un «niño grandote» fetichista de las gafas y obsesionado con el sexo
Un nuevo libro sobre la vida del mítico cineasta británico Alfred Hitchcock recoge el testimonio de un conjunto relevante de personas de su entorno, desde actrices a guionistas, que le describen como un obseso del sexo al modo de los colegiales, con singular predilección por las mujeres con gafas y con afán por el «control total» en los rodajes, incluso en la vestimenta o vida social de sus interpretes femeninas.
«Era un hombre muy complejo», cuenta Ann Todd, que apareció en «Agonía de amor», y que consideraba al brillante director como un «niño grandote que nunca creció y que vivió en su propio mundo de fantasía. Tenía una obsesión de colegial por el sexo». Según la actriz, y recoge «The Telegraph», Hitchcock disponía de un «interminable» arsenal de bromas gamberras y de mal gusto que le hacían a él más gracia que a nadie. Sin embargo, Todd creía que en realidad era una persona triste.
Hitchcock fue un niño orondo y solitario, tan ambicioso como miedica, que le asustaba salir de su cuarto pero que también planeaba imaginarios y grandiosos viajes por Europa trazando las rutas a traves de horarios reales de los trenes. Como adulto, según este libro escrito por Peter Ackroyd, mantenía un control riguroso del retrato que la prensa hacía de su persona, ofreciendo selectivas anécdotas que priorizaba en su intento de evaporar otras que le agradarían menos.
Por el libro, desfilan Joan Fontaine, que apareció en «Rebecca» y a la que cruzó la cara, al sugerírselo ella, eso sí, para que rodara una escena entre lágrimas; Ingrid Bergman, de plena actualidad por el anuncio de homenaje que le harán en la 68 edición de Cannes, que revela que si iba al rodaje de «Recuerda...» sin las gafas puestas Hitchcock se ponía hecho un basilisco, que «tenía un fetiche por las gafas». Y Tippi Hedren es la que comenta su faceta controladora: «Empezó diciéndome que debía vestir en mi tiempo libre, qué debía comer, qué amigos debía ver. Me empecé a sentir muy incómoda».

En este «Alfred Hitchcock» que saldrá publicado comienzos de abril, Peter Ackroyd saca a la luz una potente anécdota del director de «Los Pajaros»: cada día el cineasta rompía una taza de té después de usarla, para recordarse así mismo la fragilidad de la existencia.(FUE)

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