LECTURAS ESPECIALES

¿Cuánto duraría el dominicano si…?

Por Orlando Holguín

Hace poco tiempo apareció en los diarios la noticia de que había fallecido la persona más longeva del mundo. Era una mujer nipona que partió a la eternidad a la envidiable edad (y para muchos quizás no tan envidiable) de 117 de años.

También hace pocos días una anciana de unos 100 años, igual japonesa, había impuesto un record de natación para su edad. 

Mientras tanto, aquí hay jóvenes de 30 que no son capaces de romper un record ni corriendo la famosa carrera de sacos, la cual, pienso yo, debería estar incluida como disciplina en los Juegos Olímpicos, pues quien la ha practicado se habrá dado cuenta lo difícil que es levantar las extremidades inferiores metidas en un bendito saco y dar brincos como un sapo.

El dominicano tiene un promedio de vida que ronda los 70 y algo de años.  Ahora bien, cabría preguntar cuánto duraríamos si tuviéramos otro estilo de vida, si la calidad estuviera medianamente presente en nuestro modus vivendi, por lo menos en la forma que la tienen países más avanzados. 

Hagamos un ejercicio mental y analicemos cuánto duraría el dominicano si se dieran algunas condiciones, aspectos y situaciones que mencionaremos a continuación. 

Si nos hubieran descubierto los vikingos, los chinos o una etnia diferente a la que no descubrió. Es decir, que no hubiera sido Colón y todos esos "santicos" que  le acompañaron y quienes, al avistar tierra y vislumbrar las hermosas mujeres de estas tierras, vociferaron esta frase: “¡No empujen, no empujen, que hay indias para todos!”.

Si fuéramos una ciudad más limpia, si la basura, las inmundicias,  el descuido y el ruido no fueran parte del entorno habitual, incluso en los sectores de clase media alta y alta.

Si muchos de los empresarios no fueran capaces de sacrificar hasta a su madrecita con tal de sacar beneficios y echar hacia adelante sus empresas, llegando algunos hasta a vendernos un veneno fulminante si fuera necesario (a manera de ejemplo, recuerden lo del salami, lo del pan, los medicamentos y otros productos), aun se queden ellos solos habitando la isla. 

Si no nos vendieran los combustibles más caros del mundo, la energía más cara del mundo y si educar a un muchacho no fuera un casi asalto a manos armada. 

  

Si el sueldo mínimo más mínimo no fueran unos 6,680 miserables y sucios pesos, es decir, alrededor de 150 dólares al mes, uno de los más bajos,  en toda América Latina.

Si todo lo que comiéramos tuviera la mitad de la calidad que poseen los alimentos y los productos de la tierra que tienen en otras naciones.

Si el dominicano tuviera la visa norteamericana al alcance y no tuviera el afán que tienen algunos de emigrar al norte, al sur, al oeste y hasta hacia Afganistán, aun sepan que cuando lleguen tiene que empuñar  un fusil o maniobrar un mortero.

Si el dominicano pudiera, como ocurre en otros países tan atrasados como el nuestro, abrir la pluma del agua y beberse el líquido, y no tener que comprar una marca de agua en botellones, en algunas de las cuales se ha determinado que vienen cosas sin mucha importancia, como la caca. 

Si tuviéramos un sistema de salud donde lo primero fuera salvarle la vida al ser humano y luego averiguar cómo el enfermo va a pagar, y no pedirle hasta 100 mil pesos de depósito, muchas veces sin averiguar antes si lo que tiene es una enfermedad grave o simplemente le dio un “yeyo”, vahído, desmayo para la clase alta. 

Si tuviéramos autoridad, si respetáramos las leyes, si no tuviéramos tantos diputados y senadores, ministros y funcionarios  que para nada funcionan. 

Si no tuviéramos 2,447 partidos, movimientos, sectores externos, cada uno de ellos con miles y miles de “avivatos”, ante los cuales, la cara del Lobo Feroz de Caperucita viene siendo el de una virgen desconocida pero de rostro inmaculado. 

Y por último, si los políticos no se lo hubieran robado casi todo,  dejándonos el cascaron de país que nos han legado, mientras ellos se dan vida de reyes, resuelven todos sus problemas y los de sus tátara nietos, los que se insertarán a la sociedad como aristócratas, aun su tátara abuelo fuera un ladrón que no tenía ni con qué comprar una de las famosas chancletas Samurái.

Por cuestión de espacio se nos quedan muchas cosas más. Pero, ¿cuál sería el promedio de vida del dominicano si todo lo mencionado más arriba ocurriera? Den ustedes una cifra.