LA NOTICIA Y SU PESPUNTE

El Ayuntamiento del Distrito Nacional (ADN) ha sembrado, durante el período mayo del  2014 hasta junio de este año, un total 350 plantas de la variedad roble amarillo en diferentes sectores de la capital como parte de su programa de arborizar los espacios públicos, entre los que figuran avenidas, calles y plazas que sirven de esparcimiento a los munícipes de la capital.
El programa está dirigido a propiciar la conservación del medio ambiente, y servir de sombra para la ciudad, además de producir  semillas para alimentación de las aves.

La siembra de la especie nativa de América del Sur ha sido realizada en once sectores del Distrito Nacional, por brigadas de especialistas de la secretaría de Gestión Ambiental y Recursos Naturales del cabildo

La secretaría de Gestión Ambiental y Recursos Naturales informó que dispone de mil 425 plantas de roble amarillo en sus viveros, localizados en el parque Mirador Sur (600) y en la Urbanización Fernández (825).

El roble amarillo es un árbol originario de América del Sur, y crece hasta una altura de 15 metros. Sus flores son my vistosas, y florece durante la primavera.

Utilizado sobre todo en jardines residenciales y avenidas, el roble amarillo tolera la sequía y el salitre.

Muy bien que el ayuntamiento esté sembrando ese tipo de árboles, pues solo se había dedicado a plantar palmas africanas, cuyo precio se sabe que es bien caro, y muchos árboles de esa especie  que se plantaron terminaron secándose por falta de agua y de mantenimiento, no obstante su resistencia. (Las del malecón de la capital tienen más 70 años aguantando hasta ciclones, y ahí están en su  mayoría en pie. Aunque algunas se dañaron como consecuencia de  los clavos de los letreros y cruzacalles con  los que anteriormente se les agradía, sobre todo en tiempos de campañas electorales para colocar propaganda).

El ADN está plantando  roble amarillo, que además de hermosos, no son invasivos, son muy resistentes, y soportan la sequía y el salitre.

Diferentes a otros ayundamientos que sembraron la ciudad de árboles malignos, incluyendo muchos que fueron plantados en el parque Mirados Sur, en la época de Balaguer, sin estudios previos, sólo obedeciendo a las directrices de algunos técnicos sin capacidad ni criterio.

Todavía hay muchos de ellos en las calles, dañando aceras y contenes. Algunos que parecen haber sido extraídos del argumento de una película de terror y de misterio, pues penetran con sus raíces debajo de los pisos de las casas, provocando alteraciones en los mismos y en las paredes. Tanto así, que si usted se descuida, amanece un día, durmiendo en compañia, de una raiz en su cama.