La política argentina se entrega al show televisivo sin complejos
Dicen algunos asesores de los presidenciables argentinos que, al contrario de lo que se pueda pensar, este país va por delante y marca la tendencia en la política pop que dominará el siglo XXI. El discurso y las ideas no importan, solo cuenta la imagen, insisten. Y así será el futuro de la política. Los tres candidatos con más fuerza para las elecciones llevaron anoche esta idea a su máxima expresión al acudir al programa de Marcelo Tinelli, el conductor estrella de la televisión argentina, especializado desde hace 25 años en un show que consiste en decenas de bailarines –ayer 800–, música dance a todo trapo, muchas luces y movimientos de cámara, cuerpos de mujeres y hombres semidesnudos por todas partes y un sentido único del espectáculo.
En ese contexto, en la versión argentina de Mira quién baila, Tinelli logró que la mujer de Mauricio Macri contara en directo ante millones de argentinos que su marido es fogoso en la cama –“¿no me ves mi cara de felicidad”, le contestó ella, una conocida y bella empresaria dueña de la marca de ropa Awada– que Daniel Scioli exhibiera ante esos millones su habilidad para hacerse el nudo de la corbata con un solo brazo –perdió el otro en un accidente de moto acuática– o que Sergio Massa contara que su mujer, Malena Galmarini, tiene piojos contagiados por sus hijos. Todo en un espectáculo sin complejos ni corsés impensables en la mayoría de países, que llevó a un hombre como Macri, millonario desde niño y antes reservado, a salir al plató a bailar con la camisa por fuera y zapatillas de deporte mientras su mujer contaba que en la intimidad le llama “negrita”. Los Scioli contaron que se llaman “papi” y “mami”.
Tinelli es un personaje polémico despreciado por muchos, pero tan poderoso que ninguno de los candidatos se planteó siquiera rechazar su invitación al plató con sus esposas. Es más, otros que se quedaron fuera reclamaron estar. En un país sin debates entre candidatos, que no se cruzan nunca, Tinelli fue capaz de ofrecer lo más parecido a ese encuentro, aunque cada líder apareció por separado.
Todos competían para ver quién era más amigo de Tinelli, quién se había comido más asados con él, mientras él mismo jugaba con la posibilidad de entrar en política.
Los tres candidatos mostraron grandes coincidencias de estilo y de fondo. En un país en el que el fútbol y el deporte son otra forma de hacer política, y los ultras de cada equipo son referentes de distintos grupos políticos, los tres mostraron su vinculación con el balón. Macri directamente debe su éxito a su gestión al frente de Boca, y lo sacó varias veces. Scioli, también millonario y con una mujer bella y empresaria de cosméticos, financia un equipo de fútbol sala en el que juega él mismo a sus 58 años y con un solo brazo.
Los jugadores aparecieron en el plató con el inconfundible color naranja de su campaña. Y Massa, exalcalde de Tigre, es el hombre fuerte del club Tigre. El propio Tinelli es vicepresidente de San Lorenzo, el equipo del papa Francisco.
Y todos esos gestos, estas fotos, esa vinculación con el deporte, esa imagen de hombres de éxito con mujeres guapas, es mucho más eficaz para el argentino medio que cualquier discurso, según señalan asesores de todos los candidatos.
Lo de anoche tuvo mucha más influencia electoral que cualquier cruce real de contenidos, aseguran los dirigentes consultados estos días. La política argentina innova, y se entrega por completo, sin matices, al espectáculo de Tinelli.
(El País)
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