Andando

Visitando los restaurantes dominicanos del Alto Manhattan se encuentra uno con unas camareras suramericanas que compiten con las criollas que tradicionalmente han servido en esos establecimientos.
Desde la época en que nos alojábamos en el antiguo Hotel Taft, hoy Michelangelo, en la 51 St., frente al desaparecido Abbey Victoria, podemos testimoniar los cambios que se han experimentado en lo f'isico, en lo conceptual, espiritual y en el estilo de vida de la comunidad dominicana e hispana en esta ciudad.
Las camareras del Deportivo y los demás restaurantes de dominicanos eran muchachas criollas con las que uno conversaba y se sentía a gusto con ellas, cuando te decían que eran de Santiago, Bonao, La Vega, Puerto Plata, La Romana, Baní y otros pueblos.
Hoy día las suramericanas comparten con las dominicanas el servicio de camareras, señal de que muchas de ellas han emigrado, y han procurado espacio en los trabajos como medio de subsistencia.
Algunas de ellas tan bonitas, que en  nuestro país le llevarían la milla a ciertas megadivas prefabricadas de la televisión.
Y aqui son simples camareras...
Dicen que las comparaciones son odiosas, pero ¡caramba!.

La reservación de hotel que nos habían hecho para el Affinia, de Manhattan, frente al Madison Saquare Garden,  la cambiaron en último momento para Hotel Indigo, de Brooklyn, por su cercanía al Barclays Center donde se está presentando Romeo.
El Chismólogo nos metió el terror de que era un lugar más difícil que el Holiday de Fort Lee, de la Ruta 4, en New Jersey, pero todo resultó falsa alarma, pues está ubicado frente al Sheraton en el down town de Brooklyn, cerca de todas las grandes tiendas, como Gap, Macys, y a un paso de Manhattan.
Un hotel boutique formidable, con atenciones exquisitas de gente que se desvive por estar pendiente de uno, y por demás muy moderno y seguro.
Tarjetas de llaves para las puertas que son con las que se activa el ascensor, y que de noche hay que prsentarla al escaner de la puerta de acceso al lobby para poder entrar.
O sea, que dificulta la entrada a los intrusos, ya que de noche si no es huesped no puede entrar, y ni de día ni de noche, se puede subir por el ascensor si no está alojado en una de las habitaciones porque el sensor exige la llave para activarse.
¿Qué ventaja supone?. Adió, hay hoteles donde hay gente que entra a robar a las habitaciones de artistas y músicos, cuando estos salen a tocar sus bailes y actividades. Saben a qué hora salen los músicos, y aprovechan para saquear las habitaciones.

Increíble, uno va a los restaurantes  y establecimientos de diversión en Nueva York, y parece que en cuanto a merengue se han quedado en los 80's 90's.
Dificilmente se escucha un merengue de ahora. Todos son clásicos.
Se quedaron frizados en el pasado.
¿Culpa de quién?. ¡Del tiempo!.

Y hablando de tiempo, hacía rato que no subíamos al subway de Nueva York. Pero nuestra amiga Kira Noboa quiso que nos diéramos con ella un "baño de pueblo" cruzando a Manhattan en tren, como en los viejos tiempos, y de verdad que lo disfrutamos, con tanta gente  oyendo música con sus audífonos en los celulares, en jeans,  todos en tenis.
Vi un cartel donde dice que el subway de Nueva York está cumpliendo 110 años. ¡Ofrézcome!. Y el nuestro como dicen  en pañales.
Pero el nuestro ha crecido tanto, que es necesario adicionar nuevos vagones, porque está viajando lleno no solo a las horas pico. De igual manera todas las comunidades pidiendo líneas adicionales para beneficiarse del servicio.
Y pensar que hubo gente que satanizó nuestro Metro, diciendo que era inneceario, como el ingeniero Hamlet Hermann, y otros, como el geólogo Osiris de León diciendo que era un peligro.
El tiempo le dio la razón a quienes apostaron al mismo...
Siempre habrá el que se oponga al desarrollo, con el mismo argumento, de que hay otras obras prioritarias y más necesarias.
Peores son los que creen que el desarrollo de los pueblos solo se consigue sembrando yuca y batata, como ciertos políticos por ahí... 
Y es debido a que  ¡el ñame que tienen en la cabeza no los dejás ver más allá de los víveres!.


Fausto Polanco traía en su equipaje  un cargamento de su libro Merengueros, pero en la inspección de Inmigración de salida en República Dominicana lo retuvieron para inspeccionarlo. ¡Caramba!. Está bien que los libros pueden ser peores que una bomba incendiaria, pero, ni tanto ni tan poco....

Diálogo.

-¿Qué usted trae ahí?
-Traigo Merengueros
-Coooomo, ¿merengueros en una maleta?.
¡Guay! 

Quien tuvo un percance chévere fue Juan Carlos Jiménez, que anoche salió del hotel a comprar algo en la vecindad, y cuando regresaba se extravió, y no sabía cómo retornar.
Después de 20 minutos dando tumbos,  como no encontró un taxi para que lo regresara, lo que hizo fue preguntarle a un patrullero de la policía, que gentilmente lo llevó al hotel.
El problema fue que cuando lo vieron llegar en un patrullero todos creyeron que Juan Carlos estaba preso en uno de los precintos de Brooklyn.
Ahora le dicen el preso.
¡Guay!.