miércoles, 19 de agosto de 2015

Santo Domingo, La Republicana y el cinematógrafo Lumière
La primera exhibición de cine en Santo Domingo se realizó el 3 de noviembre de 1900
(Miguel Piccini).-Para empezar, ¿qué tal si recorremos el Santo Domingo de finales del XIX? La capital es un pueblo grande de aproximadamente 19 mil habitantes. Hay un tranvía tirado por caballos, los cayucos navegan el Ozama, y en época de lluvias, las calles se encharcan. Juan Isidro Jimenes lleva gobernando un año. Su antecesor, el dictador «Lilís», fue asesinado en Moca. Gracias a él, República Dominicana presume de ferrocarril, pero se ahoga en deudas.

Muchos exiliados políticos están volviendo al país. Se respira un clima de libertad y, aunque las actividades artísticas son escasas, el Gobierno jimenista habla de «euforia cultural». Sin embargo, los días aquí son rutinarios y aburridos. 
Divertirse equivale a ver algún espectáculo de zarzuela, pasear por Güibia o escuchar la misma retreta cada domingo.

En noviembre de 1900, todo cambia. Un italiano llamado Francesco Grecco llega a Santo Domingo con un aparato novedoso: el proyector fabricado por los hermanos Lumière. Si bien las «imágenes animadas» no eran desconocidas, pues un estereoscopio de Charles Whestone recorrió el país en 1879, la aparición de Grecco con su máquina despierta mucho interés.

Lamentablemente hay poca documentación sobre su gira, que empezó en Puerto Plata (Teatro Municipal) y recorrió otras ciudades del Cibao: Santiago (Teatro Palmer) y La Vega (Teatro de la sociedad «Amor al estudio»). En su libro Historia de un sueño importado, José Luis Sáez cita a Listín Diario, medio que reproduce a su vez las reseñas de dos periódicos desaparecidos: La Redención y El Constitucional.

No obstante, los detalles de las crónicas y el programa con las películas proyectadas permiten reconstruir el evento. Francesco, «il signor Grecco», era un empresario que recorría las islas del Caribe, presentando cuadros con escenas naturales y reportajes bélicos del catálogo Lumière (cuando terminó su gira dominicana, viajó a Haití).

En la noche del sábado 3 de noviembre, ofreció su primera función. En esa época, era común proyectar películas bajo carpas de circo, pero Francesco logró agenciarse un recinto espléndido: el teatro La Republicana, antigua iglesia de la Compañía de Jesús, hoy Panteón Nacional. Desde la expulsión de los jesuitas en 1767, el templo había recibido diversos usos, entre ellos almacén de tabaco, seminario y espacio público de recreación.

Francesco proyectó doce o trece películas (no hay consenso). La mayoría de cintas eran de Louis Lumière, pero había algunas de Alexandre Promio y Georges Méliès. Según una nota, la gente aplaudió todos los cuadros y, en palabras del cronista, lo llamativo era «la apariencia de la más pura realidad» que ofrecían aquellas imágenes.

Una calle de París (1895), Baños públicos en Milán (1896), Pasión de Cristo (1898) y Los últimos cartuchos (1899) son cuatro de los títulos presentados en una actividad que reunió a un público heterogéneo que no llenó el teatro. La situación mejoró para Francesco al día siguiente. Sin embargo, esa segunda función también acabó con lugares vacíos.

El lunes 5 de noviembre, la prensa compartía el reclamo de los espectadores: había que bajar el precio de las entradas. Si tenemos en cuenta que la situación económica del país era precaria por culpa de «Lilís» y sus empréstitos, esta petición suena lógica. Los boletos no eran baratos, pues oscilaban entre 20 centavos y dos pesos. Francesco debió comprender y, como buen empresario, decidió bajar los precios para una próxima exhibición.

A más de 100 años de aquel fin de semana, pocos recuerdan a este hombre y su cinematógrafo. Ninguna tarja identifica al Panteón Nacional como lugar de la primera exhibición de cine en Santo Domingo. Cuando los dominicanos, encabezados por Fernando Defilló, decidieron entrar al negocio de las proyecciones, La Republicana se convirtió en el aforo por excelencia.

En julio de 1901, Francesco regresó a Santo Domingo, presentó nuevas películas acompañado de una orquesta y desapareció poco después sin dejar rastro. Por fortuna, hoy tenemos Youtube y basta con teclear su lista de películas para imaginar qué sintieron los capitaleños ante la imagen en movimiento.

Chapeaux à transformation (El sombrero multiforme), película del año 1895, filmada por Louis Lumière y proyectada en Santo Domingo, los días 3 y 4 de noviembre de 1900:

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