martes, 8 de septiembre de 2015

Flow Tropical, eleva de categoría el arte visual popular
José Rafael Sosa
Servicio Especial
(Flow Tropical. Ediciones de a poco. Prólogo de Miguel de Mena. Texto final de Junot Díaz. Edición y Diseño: David Puig y Javier  Reyes. Editora Amigo del Hogar).
Maurice
Ser fotógrafo no es exactamente lo mismo que tomar fotos. Hacer fotos es ahora parte de una cultura masiva, sobre todo la auto-dirigida a quien las hace, para subirlas a las redes, a pesar de que cada quien sabe quién y cómo es, pero el objetivo de esta odiosa costumbre “selfística” es estimular el insaciable ego y la necesidad de auto-proyección, que algo de psiquiátrico debe implicar. 
Ser fotógrafo es mirar hacia fuera de si mismo. Es más, a veces mucho más, que usar una cámara para captar lo que se pone o está delante del objetivo.  Para apretar el obturador, solo hace falta un dedo. Apenas eso. Para ser fotógrafo, es necesaria: conciencia artística, formación teórica, inspiración  capaz de transformar la perspectiva de lo obvio, decisión de trascendencia mediante el trabajo y 
Ser fotógrafo es ser cronista de su tiempo y de la vida en sus múltiples formas de presentarse, desde el dolor por la tragedia, la impotencia o la injusticia, hasta la creatividad que radica en el cuerpo popular, regularmente disperso pero existente en cada rincón y matizando toda la vida.
Ser fotógrafo radica en extraer el alma de lo visto, en organizar lo captado, en definir temas y tendencias, en darle valor a lo que, por estar tan gratuito y expuesto a la vida ordinaria, escamotea sin querer su propio valor.
Mauice Sánchez es uno de esos fotógrafos con la óptica, la ética, la estética y la técnica, para revertir como un todo, la realidad artístico-popular dispersa en paredes, muros y soportes del más variado tipo, reveladora de una visión, una dimensión que concreta perspectivas del mundo (raciales, sociales, imaginerías, utilitarias y de mercadeo de productos y servicios, de cuando es la necesidad la que genera
Cuando se recibe Flow Tropical, lo que se tiene es un registro, editorialmente manejado con criterio – desde su diseño, en los cuales con sabia decisión se evitaron los pies de fotos que parcializan la perspectiva,  los materiales de impresión que recuerdan la dura realidad social que describen las imágenes y el sentido (innecesarias. a nuestro modo de ver, las dos introducciones de De Mena y Junot Díaz, pero que le suman el valor de la firma).
Este libro es un llamado, un reto a constituir el Museo Nacional Visual Popular  porque  eleva  esta artesanía plástica, a material de estudio sistemático, por temas (servicios – comida, peluquería, mecánica, venta ropas y calzado), ocio, paisaje, reflexiones populares).
Sánchez, a nuestro modo de ver un antropólogo visual indudable, redescubre el arte  popular gráfico, para ofrecer en esta publicación como pocas: opta por la  belleza de la falta de armonía, le estética de la fealdad, la desproporción manifiesta, la ausencia del manejo de la perspectiva, conjuntamente con el valor testimonial de criterios, prejuicios raciales sembrados en los sectores populares, la asimilación del cuerpo ideal para las mujeres, la potenciación del machismo en la figura de los hombres, la cromografía (combinación de colores a partir del criterio popular), y una larga relación de circunstancias que se ven pasar al momento de ver este inusual libro, que recomendamos con entusiasmo.
Maurice Sánchez, a quien  no conocemos en lo personal, denota ser un artista visual de conciencia, no dirigido al mercado para vender imágenes y ganar o perder en bienales.
Constituye este profesional, publicista corporativo independiente para ganarse la vida, una representación de ese ser fotógrafo verdadero, el del tipo llamado a descubrir cuanto no vemos en lo obvio, a develar la belleza ignorada y verdadera.

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