domingo, 20 de septiembre de 2015

Ideando
Recompensa espiritual del artista
Por Heddel Cordero
Todo el que realiza un trabajo, ya sea intelectual o físico, lo hace porque a través del mismo recibe una remuneración que casi siempre es económica.
Pero en el caso de los escritores, de los pintores, de los músicos, de los poetas, en fin, de los artistas, la recompensa está determinada por el nivel de placer que despierta su obra entre los que la admiran.
La motivación del artista verdadero nunca es económica. 
El trabajo del artista es mover sentimientos, sensibilizar el ánimo de las personas y provocar espontaneamente emociones y deleites espirituales.
El arte verdadero se sustenta en el arte mismo. Su función fundamental es de carácter estético, no social. Si el resultado de la obra genera otro tipo de valores, no responde al objetivo primario del artista.
Los artistas verdaderos se regocijan cuando su obra adquiere trascendencia valorativa. 
Platón decía que producir belleza era la cosa más difícil. Que tocar los sentimientos de los espectadores a partir de una obra era una tarea sublime.
Cuando un poeta crea, nos eleva a una instancia sensual y espiritual que no busca recompensa material, sino el placer del arte por el arte.
Talvez por el grado de espontaneidad y desinterés con que trabaja el artista es por lo que la humanidad es  más generosa con éstos que con los científicos y los economistas.
Los nombres de los más estelares artistas del mundo son conocidos por cualquier ciudadano común del planeta. No así los nombres de las mentes matemáticas y científicas más brillantes.

El arte despierta emociones. El arte se vincula frente a frente con el espectador. El arte juega un papel vinculante que toca directamente  los sentimientos de las personas.Hay una proximidad sublime entre la obra del artista y quien la contempla. Y nada de eso sucede con las demás actividades humanas y el hombre.

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