Cuando las niñas buenas, van al cielo...

El Oráculo ha tenido que hacer una clasificación entre las comunicadoras que trabajan en la televisión, y de la misma ha resultado una interesante  división entre “las chicas malas” y “las chicas buenas”, ponderables a partir de  elementos que les confieren singularidad y que en muchos casos tienen que ver con su conducta.

Las “chicas malas”, como es obvio imaginar, son aquellas megadivas, muy bonitas, cargadas de “afeites y esteticismos”, que sobresalen más por sus escándalos mediáticos, que por su talento.

Las “chicas buenas”  son muchachas profesionales que abren surcos con su preparación y desempeño, que raramente buscan notoriedad merced a la absorción de elementos de bajos fondos, de esos que germinan "larvas cerebrales" que inducen al consumo de mentiras, que  terminan incapacitándolas  para mover el motor de las ideas,

y que penosamente derivan  en la expresión de vertientes irreductibles en la mimesis del comportamiento  humano.

Las "chicas buena"s son muchachas que prefieren cargar con  su "corona de espinas", antes que abrirse al carácter medroso de las que se descantan por una "cabeza de Medusa". 

En fin de cuentas, el  caso es que "en la viña" tenemos muchachas como Weny Mora, en cuyo ADN cultural se manifiesta una praxis que las lleva a diferenciarse  de las chicas malas” de la comunicación, que sobresalen merced a esquema iterativos e interactivos ya conocidos y "cocidos"

De ellas hay que decir que es una comunicadora egresada de la Universidad Católica de Santo Domingo, que además estudió locución en la Escuela Nacional de Locución Otto Rivera, que ha tenido experiencia como actriz en Archivos de la Fiscalía con  Alfonso Rodríguez, con quien estando en Antena Latina se inició  en la producción de televisión.

Tiene "fogueo" como reportera en diferentes alfombras internacionales en el programa DCalle, al igual que con su desempeño en el programa radial Dparranda Radio Show.

Actualmente es reportera de A 2 Cámaras en Teleantillas,y escribe la columna Hablemos en el Nuevo Diario.

Una comunicadora desde luego muy talentosa, de las que ha preferido quedarse en el bando de las "chicas buenas",  aunque las "chicas malas" sean las protagonistas de la película. Al final de cuentas, como dice un graffitti que vi en una de las paredes de una tasca madrileña: “Las niñas buenas van al cielo…las malas, ¡a todas partes!”.