Aunque quieran negarlo, ¡somos así y así somos!

Los personajes que más arraigo alcanzan son aquellos que retratan la identidad y  la idiosincracia del dominicano como lo alcanzó Freddy Beras Goico con Morrobel, el típico político criollo, campechano, dicharachero, cuyas grosería se le perdonaban por ser un auténtico hijo del pueblo, leal, fiel a sus costumbres, y muy sincero.

Igual ocurría y ocurre con Felipe Polanco y Elvin Vinicio, Luisito Martí con Casimiro y Balbuena, Rafael Alduey con Sobeida. Y así como ellos, muchos otros, que dentro de la diversidad de estampas, han resumido los caracteres que le confieren singularidad y particularidad al dominicano.

Algo que viene de lejos, si vemos en lontananza, al Macario y Felipa con su Romance Campesino de los años cincuenta. Un ícono de la radio, que no por coincidencia, inauguró la televisión dominicana, al ser el primer programa que se transmitió cuando se estrenó el canal "La Voz Dominicana".

Eran personajes con una identidad y caracteres nuestros, como nadie más los ha podido encarnar.

Todo este "introito", para resaltar el personaje de Tubérculo Gourmet, que caracteriza Raymond Pozo, sustentándose en aquellos valores que han procurado otros grandes comediantes dominicanos, retratándonos como en verdad somos.

Podrá ser muy opíparo, grosero, si se quiere, pero en esencia, es el dominicano común, ¡jartón!, y corriente.

Y no se escondan, "privando" en "finos"...
No nieguen su arroz, su sancocho, su ¡tajo!, sus víveres, porque despues de todo, Tubérculo Gourmet no es más que el "alter ego" de muchos dominicanos.

¡Y arroz que carne hay!.