jueves, 3 de diciembre de 2015

Premio El Dorado

Anahay, Lacrespeaux, Rafael Solano, Zorro y Máximo Polanco Estrella , oyendo y leyendo las letras de las canciones de un festival de la voz y la canción en la ciudad de Nueva York en los años 80's.
Pensando y desvariando…
El cronista de arte Máximo Polanco Estrella fue el creador del premio El Dorado, que estuvo antes del Casandra, hoy Soberano.

Máximo le puso el nombre de El Dorado, por el ron El Dorado Bermúdez, que era el patrocinador.

Una habilidad entendible, pues un evento como el señalado no puede hacerse sin un buen patrocinador.

Fue un premio tan exitoso que la casa licorera decidió comprarle el nombre y los derechos a Máximo Polanco, quien con el dinero que obtuvo hasta compró una finca en las afueras de la ciudad.

Bermúdez tenía al Dorado como una marca, igual a como Cervecería Nacional Dominicana tiene al Soberano, antes Casandra.

O sea, que los premios que hemos creado los cronistas de arte han sido todos importantes, y bien patrocinados.

Con la diferencia de que El Dorado era de Máximo Polanco Estrella,  que se lo vendió a Bermúdez, y El Casandra, hoy Soberano, del colectivo de los cronistas de arte, copartiendolo con los patrocinadores.

Pero, ¿por qué siendo El Dorado, el más importante premio, patrocinado por Bermúdez, en los años 70 el principal ron del país, desapareció?.

Ahí es que se necesita un "jarabe para la memoria histórica".
El jurado del premio El Dorado éramos los cronistas de arte, que más o menos lo hacíamos bien, y mantuvimos el premio en el mayor de los sitiales, en los locales de la época, pero con una trascendencia y proyección esencial para los tiempos.

Pero, como resultado de las discusiones que siempre se producen en las premiaciones, con la gente que está de acuerdo, y los quejosos de siempre,  se produjo una situación que fue la que dio al traste con el premio.

La gente de Bermúdez se dejó "envenenar" de los quejosos que argumentaban que los cronistas de arte éramos unos incacitados para premiar el arte.

José Delmonte, director del Coro de la Catedral, y que lo era del Coro Nacional, era a a la sazón  el encargado del premio.

Y ocurrió que sacaron a los cronistas de arte del jurado, sustituyéndolos  por directores de periódicos, cantantes líricos, poetas, escritores, prestantes intelectuales, socialités, y gente que se creería elevarían la imagen del premio porque estaban a un nivel superior a los cronistas de arte.

¡Nos afuerearon!. Dejaron fuera a los cronistas y ellos hicieron su premio...

Pero, dicen que la venganza es dulce. Con la creación de Acroarte surgió El Casandra, hoy Soberano...Y ahí mismo "pasó el palé".

El Dorado no pudo resistir la impronta del Casandra, estrenado en el Teatro Olimpia, con el apoyo de Johnny Ventura, Amilkar vidal, y Pepín Corripio, que convirtió ese teatro en un estudio de Telesistema y de donde se transmitía ¿Cuánto Vale el Show?.

El Dorado desapareció. ¡Bermúdez se dio cuenta de que no podía continuar con el premio, luego de que apareció El Casandra de los cronistas de arte!.

Ni siquiera sus notables intelectuales, músicos sinfónicos, ni los amplios recursos de la casa Bermúdez, pudieron resistir a los fastidiosos cronistas de arte con su premio. ¡Y se fueron!.

Lo curioso es que, eso que sucedió hace más de 30 años nos atrapa ahora, con una disputa innecesaria, de la cual ya hemos hablado.

Protagonismos inciertos, criterios no reconstruidos ni afirmados, que traen como consecuencia un desfase nada recomendable, cuando la experiencia, a partir de los hechos citados dan para que ya a estas alturas del juego, las cosas sean más consensuadas y organizadas.

Con razón y sin ella, los cronistas de arte al final de cuentas han demostrado que prevalecen por encima de las circuntancias, las instancias y las "matancias"....
Y no vamos a decir más. ¡Llévatelo Cundo!.



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NIURKA BAEZ,
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