El arte de regalar enseñando los calzoncillos...
Es importante desarrollar la televisión social.
Ayudar y contribuir con los necesitados.
Pero en ese afán, como que se le está yendo la mano a cierta gente, y este recurso de ayuda se está festinando.
Llevar a una persona a la televisión, y frente a las cámaras, ponerlo a pedir ayuda con una receta médica, para usted aparecer como el buen samaritano sacando de su cartera mil pesos entregándolo en el aire, es un exhibicionismo barato y un figuereo imperdonable.
Usted con eso lo que hace es aprovecharse de las necesidades de humilde gente para hacerse promoción y propaganda. Y en vez de hacer un bien, incurre en un mal, peor al de los políticos que han jugado con la miseria del pueblo repartiendo salami y latitas de "pica pica" para que lo canonicen como un gran protector de los pobres.
¡Mil pesos para pagar una receta en un programa de audiencia que se ve aquí y en el extranjero!
El tiempo que se usa para eso en la televisión vale mucha más que los mil pesos que pomposa y fantochemente se entrega con una parafernalia humillante.
Para pagarle una receta de mil pesos a un necesitado no hay que hacer tanto bulto y aparataje, porque se desvirtúa por completo la acción.
Es que regalar para hacer propaganda se ha convertido en un recurso relajado.
Hasta cierto punto se admitiría si la donación estuviera enfocada al pago de una costosa operación que le salve la vida a un niño, o que resuelva un problema de salud a un enfermo sin recursos.
Pero molesta e indigna que se le esté sacando provecho a donativos “de puñitos” y de “gavetas”.
Los productores de los programas donde se está incurriendo en esos relajos deberían respetarse.
Oíste Pacha, que si oíste? Si a ti mismo té hablan ahí.
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