Una mirada a Sergio en el campo...

Debajo de la amapola Sergio tiene la mula amarrá..

Sergio Vargas, es uno de nuestros íconos del merengue.

Le conocemos desde su aparición pública en el Festival de la Voz que organizaba Rafael Solano en Color Visión, del cual éramos miembro del  jurado.

Hemos seguido todos sus pasos , su participación en la orquesta de Dioni Fernández, su salto a la fama y a la popularidad de la mano de Cholo Brenes, quién regenteó su figura en grande, con aquellas presentaciones en el teatro La Fiesta del Hotel Jaragua, bajo la producción de Guillermo Cordero.

Su participación en conciertos, como el del anfiteatro de Altos de Chavón, que tanto éxito le dieron en el proceso de sustentar su figura.

De cómo luego que se independizó de Cholo Brenes, creó una oficina con Ramón Pareja, del cual también se desligó, y ya con el librito aprendido, continuó con el proceso de proyectarse en grande, en base a importantes producciones y realizaciones escénicas que contribuyeron a darle fama y propaganda. Pensó en grande y se hizo grande...

Siendo merenguero, Sergio se dio el lujo de hacer la mejor experimentación con el bolero que se recuerde de un artista de su género, con un disco y un espectáculo memorable, que no solo atronó en el país, sino en el extranjero, pues bien recordamos su gira por diferentes ciudades de Colombia, en la cual estábamos presentes, con aquella formidable banda acompañante, dirigida por el maestro Jorge Taveras.

Las raíces generadas por Sergio como figura, llevaron a sus manejadores a enfrentarlo con Fernando Villalona, cuando lo bautizaron como "El Ejemplo", lo cual tocó sensiblemente a este último, quien consideró el asunto como una agresión.

Detrás de todo, no solo estaba Cholo, sino también Yaqui Núñez en El Show del Mediodía.

Sergio sin duda es un fenómeno, pues mientras otros de su edad y su tiempo se han escindido del medio, él ha seguido acaparando el interés de la gente, a la que no le ha importado su incursión en la política, como tampoco  parece sacarle cuentas  ni le pasa factura por su ausencia en la radio y la falta de nuevas propuestas musicales en los últimos tiempos.

¿El cual encasillado de sonadas de fin de año aparece Sergio? 

Ha continuado viviendo de su repertorio, con una agenda nada despreciable de ocupaciones permanentes y viajes recurrentes al extranjero.

Es uno de los líderes del merengue que en los últimos años se ha echado como “la pava”, sin parar mientes en aquello de que ya la “pava no pone donde ponía”.

No graba, o no se preocupa por tener presencia el hit parade, porque ha logrado tantos éxitos musicales, que como se ha visto, no le hacen falta más para tocar varios sets sin tener que rellenar.

Se diría que  ha preferido quedarse en su zona de confort sin necesidad de josear, como en otros tiempos.

¿Cuántos más pueden hacer eso, en un medio que pasa raya y borrea?. Por eso decimos que es un fenómeno...

Pero, ¿es conveniente su actitud para el merengue  como género en estos tiempos en que el mañana es hoy?.

Porque si bien es cierto que se sigue alimentando de las generaciones que le siguen desde los años 80’s, y que posee  un público cautivo, ¿y la gente de este tiempo, trepidante, cibernética, con exigencias y reclamos que necesitan respuestas con los nuevos códigos y parámetros de la época?.

¿Seguirá Sergio viviendo de lo que sembró en el pasado, sin insertarse en el presente con propuestas que puedan ser validadas por las nuevas generaciones y la gente de ahora?.

Decía don José Cáceres que “el que ensilla su caballo sabe para donde va”…

Quizás estemos preguntando de más, porque talvez hace tiempo  que Sergio, como el merengue de Marola, “abajo de la amapola tiene la mula amarrá”. 

El sabrá para donde va…Talvez a Yambalaya, el pueblo donde "todos andan a caballo".

Sólo que nos preocupa su "despreocupación", porque después de todo se trata de una de las grandes reservas de nuestra música.

No siempre a caballo dao' no se le mira dientes, porque ya existan los implantes odontológicos.