Joseph Cáceres

El productor de cine, director, actor y guionista, Ángel Muñiz es un revolucionario del cine dominicano. Desde su última película “Ladrones a domicilio”, hace ocho años, no se había puesto detrás de las cámaras y anuncia para el próximo 24 de abril el estreno mundial de su más reciente largometraje “Y a Dios que me perdone”, que exhibirá de forma gratuita a través de la televisión y la Internet.

“En la historia yo hago una denuncia de un hecho que pasó en el país, que será una sorpresa y si pongo la película en los cines, con el deseo de ganar dinero, más allá de lo que me paga la ley (Ley de Cine) como salario, yo sentiría, que utilicé ese tema para ganar dinero y que estoy en una doble moral”, aclara el director de “Perico ripao” y “Nueba Yol, por fin llegó Balbuena”.

“Creo que como artista tengo dos propósitos: uno, darle comida a mis hijos con el dinero que yo me gane y, por otro lado, que la mayor cantidad de gente posible vea mis historias. La ley me permite satisfacer estas necesidades. En cuanto a los cines, ellos tienen otro negocio, otras películas con otros contenidos importantes como las que hace Huchi Lora, de corte histórico o las de Roberto Ángel, de corte comercial”, enfatizó.

“Y que Dios me perdone”, que trata sobre un sargento de la policía que tiene que enfrentar una leucemia de su mujer, luego de que ésta tuviera un parto de mellizas, con una hija de 13 años y que se lanza a las calles “antes de que esta enfermedad le quite la vida a mi mujer”.

Ángel se ha caracterizado por hacer cine de denuncia social. De ahí que su última película, “Ladrones a domicilio”, generó una serie de especulaciones que aseguraban que el director fue amenazado por grupos de poder, políticos y militares que no estuvieron de acuerdo con el argumento, pero él lo negó rotundamente.

“Yo recibí más amenazas de los piratas, que me llamaron a mi casa y me dijeron que me iban a meter a mis dos hijos en un microondas, que con un político corrupto o con un jefe de la policía, ellos se matan entre ellos. Ya el descaro es tan grande que ellos no se sienten amedrentados”. (Enterato)