Y dale con la Torre Eiffel

El pueblo tiene derecho a la cultura y a la recreación del espíritu y del cuerpo

Por Johnny Arrendel

Johnny Arrendel

De forma chocante, algunos periodistas y medios que rechazan la

instalación de una réplica, alegadamente a escala de la Torre Eiffel, al lado Oeste de la avenida Luperón, lo hacen sobre la base de que esa estructura “no tiene nada que ver con nuestra realidad como país”.

Hasta un comunicador experimentado, como Napoleón Beras Prats, calificó la acción del alcalde de Santo Domingo Oeste, Francisco Peña, como un “adefesio”.

En su columna de este jueves en El Nuevo Diario, Beras Prats considera que si en lugar del monumento más conocido de Paris, capital de Francia, se hubiese replicado uno de los obeliscos del Malecón, “el Macho o el Hembra”, sería mucho más tolerable.

Recordemos que el Obelisco Macho, de 40 metros de altura, fue diseñado en 1936 por Alfredo González Sánchez y construido por el ingeniero Rafael García Bonnelly e inaugurado en 1937 en ocasión del cambio de nombre de Santo Domingo, que pasó a llamarse Ciudad Trujillo.

Al menos en Washington, Estados Unidos,  y en Buenos Aires, Argentina, existen obeliscos muy similares al nuestro, pero erigidos con anterioridad.

En cuanto al llamado Obelisco Hembra, de apenas 20 metros de altura, que no es un obelisco en verdad,  fue inaugurado en febrero de 1944 para conmemorar la redención de la deuda externa, cancelada en 1947.

Tiene dos piezas, insinuaciones aladas, que despejan el centro en corte ortogonal, dando paso al morbo de mucha gente que lo interpretó como la representación de dos piernas femeninas abiertas hacia arriba.

Napoleon Beras

Con relación a la polémica frente a la acción del alcalde Francisco Peña, considero positivo que de una u otra manera las autoridades nacionales y locales del país emprendan iniciativas que acerquen  a las grandes masas de nuestra población a los iconos de la cultura universal.

No sé de dónde sacan Don Napoleón Beras y otros comunicadores, e incluso grandes medios del país, que un monumento de tanta trascendencia como la Torre Eiffel está desvinculado de nuestra idiosincrasia.

Durante décadas, Las clases de Historia de la Cultura en las escuelas nacionales, se impartieron con simples laminitas de baja calidad contenidas en los libros de texto: esta es la Torre Inclinada de Pisa, esta es la Eiffel, esta otra la del Reloj Big Ben, aquí vemos las Pirámides de Egipto o la Estatua de la Libertad, etcétera.

Recordemos que no existían las facilidades tecnológicas de hoy día, y que al presidente Joaquín Balaguer, sucesor del dictador Rafael Leónidas Trujillo, solo le interesaba construir escuelas grandes, pero carentes de materiales y equipos y con profesores mal pagados.

Muchos profesionales veteranos de hoy en día, que ya son abuelos, nunca contaron con laboratorios de ciencias, no manipularon un microscopio para ver los componentes de la célula, no diseccionaron algún animal ni conocieron los secretos de la energía cinética, antes y después del choque de dos bólidos.

Hace unos años se montó en la verja perimetral del Parque Independencia una exposición con reproducciones fotográficas a escala y resolución reales de las obras más renombradas que poseen los museos de mayor prestigio mundial, como el Prado de Madrid, el Louvre, de parís, y el Metropolitano, de Nueva York.

Allí, la gente sencilla del pueblo, las mayorías que ni sueñan con subir a un avión, pudieron acercarse a la experiencia sensorial de contemplar La Gioconda de Da Vinci, por ejemplo, entre otras obras pictóricas fundamentales.

Se puede criticar la ubicación de esta estructura que replica la torre Eiffel, así como la ignorancia manifiesta del alcalde sobre la temática e incluso, preocuparse de que se trate realmente de una reproducción a escala.

Pero es absurdo alegar que está mal acercar a las masas a las grandes obras de las distintas civilizaciones, que precisamente por eso son “Patrimonio Cultural de la Humanidad”.

En el caso de la Torre Eiffel, es de dominio público, aunque la forma en que se le colocan los diseños de luces artificiales, sí está restringida por la nación gala.

Con el impacto que ha tenido esta instalación, es posible que las autoridades o el sector privado estudien la factibilidad de construir un verdadero parque temático que recree los monumentos más famosos del mundo.