Abortando recuerdos

La vida sigue igual

Estuve diluyéndome delante de una botella oscura, sorbo a sorbo, riendo y pensando en que ésta es una vida  que a veces vale la pena vivirla ampliamente, sin sentir remordimiento por nada.

Pero hay escrúpulos…

Y aquí estoy yo, dejando que el tiempo se vaya, sin una salida programada, ni lugar alguno por donde escapar. 

Espantándome, a veces, de mi sombra; sin cirios para ofrendar, ni tela de araña con qué jugar, y sintiendo el terrible vacío de las cosas.

Y al frente…. el mar, rompiendo con su oleaje los murmullos de la noche, en un ritual iterativo que se repite por los siglos de los siglos, amén.

Tal parece que el reloj de la historia está retrasado, por lo que tendré que valerme por mi mismo para auscultar el tiempo, con lo poco que me gusta oir tan de cerca sus pulsaciones y latidos.

Sigo aquí, entre balaustrados balcones que me hicieron abortar la noche, cuando el sol se dilataba tristemente con su pupila en el cielo, preñado de recuerdos sietemesinos, y sin saber a qué mujer exigirle paternidad.

¡Me preñaron el cerebro, compai!, con lo tanto que me dijeron que usara preservativos, y  el temor que le tengo a usar la pastilla del "día después". 

¿Y si entonces me quedó sin recuerdos por estar abortándolos? 

¡No señor!, los recuerdos hay que parirlos. ¡Un gustazo un trancazo!. ¡Hay que ser responsable! No importa que mal paguen….

Pero regresando a mi habitat…

La brisa es fresca… presagia la presencia de las mutantes, que como siempre vienen a importunar, a joder la paciencia  y a meterse en lo que no les importa, como la vez aquella en que me apagaron el cigarro "por jediondo" y no tenía fósforos para volver a encenderlo.

Esa luna dormilona, me prestará su voz para que cante, si quieren que cante, en este karaoke que me ha dado la vida… je, je…

Porque al final, la vida sigue igual, sin que nadie me administre mis sueños, anhelos, ni deseos.