No es lo mismo ni es igual, Corea del Norte a Corea del Sur…¡Ay si el norte fuera el sur…

Una cosa que amarra

Una de las experiencias más enriquecedoras fue la de nuestro viaje a Corea del Sur en mayo de 1982, para participar como jurado en el festival de la Canción de Seúl, donde República Dominicana era el único país de America Latina presente en ese certamen que procuraba equipararse el Festival Yamaha de Japón, que es mucho decir. Un festival mundial, donde participaban todos los países grandes.

Sergio Hernández venía de ganar el Festival de la Canción de Puerto Rico, del cual fuimos jurado por más diez años, y por ello fue cantante invitado al importante festival en Corea, a donde llegamos luego de casi un día completo de vuelos, de Santo Domingo a Nueva York, de allí a Anchorage en Alaska, para finalmente llegar a Seul, donde aparte de una comitiva del festival que nos esperaba, nos encontramos a dos dominicanos (una hembra y un varón), pertenecientes a la base militar  norteamericana allí, que cuando se enteraron por la televisión coreana de la participación de República Dominicana, se “volvieron locos”, y fueron al aeropuerto a esperarnos temprano en la mañana, y desde entonces se convirtieron en nuestros guías y anfitriones para recorrer la ciudad de arriba a abajo.

En Corea hay varios canales de televisión, incluyendo uno de la base militar estadounidense, y nos llamó mucho la atención ver a los soldados leyendo noticias en los noticieros, con sus trajes de gala militares, como un programa normal de noticias, con reportajes e imágenes.

Pero MBC el canal oficial del festival fue el que más nos impresionó, con sus varios estudios en diferentes lugares de Seul, en uno de los cuales fuimos entrevistados para un telematutino, como parte de la cobertura del festival.

En la sede central fue que nos quedamos con la boca abierta, al ver cómo disponen de canchas de baloncesto, que propiamente son un estudio de televisión bajo techo, para la realización de eventos deportivos. Su amplia estructura, con un teatro, salones de ensayos, de grabaciones, camerinos, restaurantes, áreas recreativas, sociales, y lo más avanzado en tecnología de punta.

Los ensayos del festival me dejaron una experiencia inolvidable, como fue la de conocer a una hermosa muchacha coreana, estudiante universitaria, integrante de un grupo de danza que ensayaba el opening del evento, con una coreografía muy llamativa, en la que fusionaban elementos modernos con los tradicionales.

Nos hicimos amigos “cercanos”, para asombro de Sergio Hernández y Dumé, el dominicano que estaba en el Army, pues la chica no sabía español, y me comunicaba con ella, con un poco de inglés y ¡por señas!

Y así pude conocer, en el terreno, la entrañable cultura de algunos países asiáticos donde “la mujer debe estar al servicio del hombre”, algo que ha variado en el tiempo, pero que se mantiene latente como parte de las arraigadas tradiciones de gente muy diferente a la nuestra.

No me casé con esa coreana "porque Dios es grande", como dicen…

Por eso, cuando ahora veo a Juan Carlos Pichardo padre, casado con una taiwanesa, y a Orlando Flores (El Pastor Alemán) amarrado al amor y al fervor de una mujer asiática, los comprendo…¡Mis dos principales humoristas en Arte Nacional en Radio! Nada más falté yo…terminé enredado entre las piernas de una dominicana. Pero no me arrepiento.

Pero, como dice un merengue de Peña Suazo, “ellas tienen una cosa que amarra, ellas tienen una chulería”.