lunes, 4 de septiembre de 2017

Tratado Marrakech conmina a RD modificar ley 65-00.
Dr. Armando Olivero
Dentro del orden jerárquico de los preceptos o mandatos jurídicos, es bien sabido que, ninguna ley puede estar por encima de la Constitución y los Tratados o Convenios Internacionales.

Recientemente nuestro país ratificó los Tratados de Marrakech y de Beijing, este último lo trataré próximamente.
En cuanto al primero, el cual es conocido como “Tratado de Marrakech para facilitar el acceso a las obras publicadas a las personas ciegas, con discapacidad visual o con otras dificultades para acceder al texto impreso”, tiene como objetivo, facilitar el acceso de Obras Literarias y Artísticas a estas personas que de alguna u otra manera tienen dificultades para el pleno disfrute tanto del texto, como de la música impresa. Esto, consecuentemente obliga al Estado, a establecer en su legislación nacional de Derecho de Autor una limitación o excepción relativa al derecho de reproducción, el derecho de distribución y el derecho de puesta a disposición del público, tal y como se establece en el Tratado de la OMPI sobre Derecho de Autor, para facilitar la disponibilidad de obras en formato accesible en favor de los beneficiarios. La limitación o excepción prevista en la legislación nacional deberá permitir los cambios necesarios para hacer accesible la obra en el formato alternativo.

El Tratado de Marrakech impulsado por la OMPI, fue llamado así en honor al nombre de la ciudad donde se firmó en fecha 28 de junio de 2013. Marrakech es una de las ciudades más importantes de Marruecos, que es un país situado al norte de África.

Respecto al antecedente de este tratado, cuenta la historia que, “a finales del siglo XVIII Francia vivió profundos cambios políticos, sociales y culturales. Durante la Revolución Francesa de 1789 empezaron a producirse una serie de transformaciones que a su vez iban a ser decisivas para las personas con discapacidad. El régimen antiguo empezó a estremecerse y a resquebrajarse de tal manera que se sucedieron nuevos cambios y aparecieron unas nuevas condiciones que resultaron favorables para que grupos que hasta entonces habían estado marginados dentro del entorno social, tuvieran acceso a la educación y a los derechos básicos de todos los ciudadanos. A pesar de que a lo largo de la historia hubieran casos de personas con esta discapacidad que se destacaran en el campo artístico, científico o incluso político, la mayoría fueron casos aislados de los que poco se conoce en la actualidad.

Valentin Haüy, un personaje erudito en el mundo de las letras que poseía cargos importantes en el ayuntamiento de París, en 1786 se interesó mucho por tratar de mejorar la situación de estas personas motivado a partir de una experiencia que él mismo describió. Haüy observó la penosa situación de un grupo de ciegos que, acogidos en el asilo Quinze-Vingt (fundado en 1269 por Luis IX), tocaban música en la calle para ganarse, entre burlas y desprecios, alguna que otra limosna.

Haüy dedicó gran parte de su vida a la educación de estas personas, y fundó en 1786 el Instituto de los Niños Ciegos, una de las primeras escuelas dedicadas a la educación de personas ciegas. No obstante, es durante los primeros años del siglo XIX cuando emerge una gran preocupación por encontrar un sistema de lectura que se adecuara a las necesidades de los discapacitados visuales. Haüy ya había tratado de solucionar este problema reproduciendo las letras en altorrelieve, no obstante eso suponía
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una lenta y complicada tarea. Por tanto, en abril de 1821 es cuando aparece Louis Braille, quien conoció el sistema de Barbier. Su creador, Charles Barbier, quien creó un código cifrado que llamó Escritura Nocturna, y que serviría para que los oficiales en campaña pudiesen redactar mensajes encriptados en la oscuridad y además poder descifrarlos con los dedos.

Sin embargo, es Louis Braille quien finalmente crea en 1825 el sistema de lectura y escritura conocido actualmente como sistema braille, el cual es un sistema de lectura y escritura táctil pensado para personas invidentes. Se conoce también como cecografía. Louis, quien se quedó ciego debido a un accidente durante su niñez mientras jugaba en el taller de su padre, ideó este sistema de puntos en relieve que aportaba a las personas ciegas una herramienta válida y eficaz para leer, escribir y facilitar el acceso a la educación, la cultura y la información.

El sistema braille no es un idioma, sino un alfabeto, con el cual pueden representarse las letras, los signos de puntuación, los números, la grafía científica, los símbolos matemáticos, la música, etc.

Para concluir, cabe destacar que a pesar de su ceguera, la música tuvo un especial lugar en la vida de Louis Braille. Durante toda su vida se dedicó a dar clases de música, y también, fue un instrumentista notable, quien tocaba con brillantez y maestría el órgano, violonchelo y el piano. 

Asimismo, ideó un sistema de notación musical en braille (Signografía Musical Braille, actualmente conocido como musicografía) para personas con discapacidad visual y estudió también las posibles formas de comunicación entre la escritura musical en tinta y en relieve con la intención de que pudieran ser empleados e intercambiados de forma recíproca entre personas videntes y discapacitadas”.
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