LOS NUEVOS RICOS

A los “nuevos ricos” los rebotan de los ambientes sociales de la aristocracia, y ni siquiera se dan cuenta de por qué lo hacen.

Creen que por el solo hecho de poseer dinero tienen patente de corso para accesar a los cotos sagrados de la aristocracia, como el Santo Domingo Country Club, donde según la leyenda le negaron la inscripción a Sammy Sosa.

El comportamiento del “nuevo rico” siempre deja mucho que desear. Sobre todo por la paradoja de que proviniendo de la pobreza  es el que más desprecia a los pobres, de los cuales trata de diferenciarse y alejarse, haciendo una odiosa ostentación de su riqueza.

Se compra la casa más cara, el vehículo más costoso, conquista como “su dama” a la megadiva más caprichosa de la televisión y de las galería de arte adquiere la obra más importante. 

Una pintura abstracta de un pintor famoso para adornar el comedor de su casa, como si se tratara de un bodegón, con el inconveniente de que al colgarlo, ¡lo coloca al revés!, porque no sabe un carajo de lo que ha comprado… pero caro si es, que para él es lo importante, el haber "pagado muchos cuartos por ese cuadro".

(Aunque muchas veces los engañan con réplicas baratas y cuadros de los que venden los haitianos en la calle)

A su Mercedes Benz 500 AMG le pone “bombillitos que prenden y apagan”, resonadores, spoilers, cola de zorro, luces de neon debajo del chasis y hasta un letrero que dice “llegó el papi de nylon”. Cuando el Mercedes es un carro de estirpe y linaje de origen,  que no necesita aditamentos ni firifollas de esas que se les ponen a los camiones y a los carros baratos para adornarlos.

Ni qué decir de las groserías que cometen en la mesa y en los restaurantes donde piden camarones jumbo, y se los comen ¡con todo y cáscara!.

En la discoteca una Moet con velita, o un Blue Label, y ¡lo mezclan con Cocacola!.

Visten trajes italianos, de marca, pero los llenan de adornos en la solapa, como banderitas, escudos, y letreritos que dicen “yo soy dominicano”, con lo cual no hacen más que abaratar su imagen, al convertirse en una valla anunciadora.

Cuando les gusta una mujer, aunque esté casada o comprometida, le hacen ofertas groseras como si se tratara de una mercancía.

Son los nuevos ricos, como aquellos que antes andaban en chancleta y hoy en jeepeta, carenciados de elementos esenciales  que como la educación y las buenas costumbres, acrisolan el carácter y la personalidad del hombre, aunque sea pobre.