viernes, 18 de mayo de 2018

TEO VERAS
Teo Veras en la mañana. Teo y sus tirantes, su bonhomía, su enciclopédica cultura sobre la radio y la música. Teo y sus serios comentarios en tono risueño. Teo preocupado y optimista. Incansable y emprendedor. Teo ocasionalmente a punto de tirar la toalla. Teo amable, ayudando a la recién llegada periodista a entender un país complejo.
Escritor, locutor, empresario... el mundo de la comunicación tenía pocos secretos para uno de los profesionales más queridos en el país. Querido por el público que le seguía y por el 100% de sus compañeros de labores. Difícil logro que probablemente es una meta que conquistó sin proponérselo.
Los programas de Teo se escuchaban con el espíritu con el que él los producía. (Hay radios que enervan, otras que aburren, programas que abusan, otros incomprensibles. Hay radios chantaje, radios compradas, radios nocivas.) La radio que hacía Teo era la de la voz cercana y amiga que cuenta las noticias sin agredir, las comenta sin ofender, que se acerca a cada jornada con ganas de vivirla. Era una estrella de la radio. Una estrella tranquila, sin petulancias ni alarmismos, sin gritos, postureo ni dobleces. Y no tenía voz ni el tono engolado de locutor de los años 40, algo que siempre se agradece. Voz perfecta para la radio.
Teo tan culto y tan curioso. Gordo, gordito, menos gordito. De preguntas hechas con genuino interés, de contrapreguntas siempre oportunas. Teo disfrutando de la vida, de la amistad, de la buena mesa, del amor, la familia, la conversación, de la compañía... Teo mirando al país.
Teo hará falta, deja décadas de buena radio, una manera de entender la profesión transmitida a los que trabajaron con él y una obra sobre la historia de la radio que es ya texto de referencia. (Inés Aizpun-Diario Libre)


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